lunes, 25 de enero de 2010

La sombra como vía hacia la individuación.





Lo que el enfermo debe aprender, no es como uno se desliga de una neurosis, sino como se la asume y soporta.

Carl Gustav Jung.


Esto es lo que se codicia:
El óxido, que hace que los metales adquieran valor.
Tales de Mileto.





El arte ha sido siempre el medio por excelencia para dar forma a ideas, afectos, miedos, esperanzas de los hombres. Su contacto con fuerzas oscuras le otorga la posibilidad de confrontarse y hacer conciente un mundo que en principio puede resultar atemorizador y extraño. Desde hace más de cien años el arte occidental ha revalorizado, admirado e incorporado los aportes que provienen de culturas y pueblos considerados "primitivos". Así Picasso. Braque, Modigliani, Moore en la plástica y en la música, el jazz o los ritmos que hoy son comunes en las manifestaciones del arte popular.


Ante esto hay que suponer que su influencia marca cambios históricos y que hacen a lo social y a lo cultural. Pareciera que formas arcaicas tuvieran y otorgaran una vitalidad y un sentido a algo que lo fue perdiendo. La disolución de las formas y la plasmación de lo oscuro, de lo irracional, es concomitante con la exploración y su hallazgo que hace el psicoanálisis, cuando investiga la psicopatología.


Pero el arte está hecho por los hombres y expresa su vida y fuerzas que no son concientes y que traen nuevos problemas y contenidos a su cosmovisión . El pensamiento psicoanalítico le ha dado una importancia primordial a todas esas energías dinámicas e imágenes que aparecen en los sueños, los delirios, los síntomas. Es ese mundo que también el arte ha intentado plasmar en diferentes formas. Estos son peligrosos ya que pueden destruir al hombre y sus valores, aunque asimismo, generar una renovación vital.


Carl Jung le da el nombre de sombra a todo eso que se puede considerar como una personalidad inferior y que remite al juego pulsional, pero también ideativo y de sentido. En principio se halla en oposición con la imagen de sí que se ha formado el yo, de las máscaras en que se aliena. La búsqueda de lo absoluto y de su perfección, con sus múltiples ilusiones narcisistas, es cuestionado y socavado por todo ese sector psíquico que es la sombra. Allí se hallan contenidos que hacen a todo lo que el yo selecciona y elimina ya que está en contradicción con la imagen con la cual se identifica. Es decir, se corresponde a elementos reprimidos que pertenecen a lo que Jung denomina como inconciente personal. Lo que señala a lo imperfecto, a lo corporal, lo que no coincide con los valores aceptados, ideales absolutistas, los límites y condicionamientos físicos, sociales e históricos.


Así es la contraparte de la imagen idealizada, de lo que cada uno cree ser y que ha intentado dar realidad en su discurrir evolutivo. Las máscaras dan la ocasión para mantener un sitio en su medio socio-cultural y un cierta armonía con los sectores de lo inconciente que no coincide con ellos. Pero la situación comienza a tornarse problemática cuando el hombre se aliena en la persona, alejándose de la totalidad de su ser psíquico. Ahí es el momentoen que la sombra comienza a conducirse de manera que pone en cuestión al yo y aparece como otro centro, otra personalidad en lucha y oposición con aquel. La sombra se expresa en diferentes personificaciones y autónomamente. Celos, envidias, hostilidad, pulsiones incestuosas, son algunos de los componentes que le dan contenidos a las múltiples formas que toma.


Pero asimismo, y aquí la diferencia con Freud, es que contienen un serie de valores que integrados y asimilados señalan nuevos caminos a la conciencia. Así la capacidad de expresar sanamente la propia agresividad en la variadas actividades de la vida, la desobediencia, lo oscuro, se convierten en guía para encontrar un camino propio.


En tiempos actuales en que la masificación, y especialmente a través de los medios de comunicación, la discusión y confrontación con la sombra da la oportunidad de vivenciar la propia singularidad. Es decir, el hombre se convierte en tarea para sí mismo por la aceptación conciente de las imágenes y fuerzas que desconocía. Lo contrario lleva a que no se tolere tal cual es, sino que se distancia de sí negando sus raíces. La toma de conciencia de la sombra le quita ilusiones, aunque le otorga sustancia y realidad a su vida.


Máscara y sombra son dos polos dinámicos que pueden actuar de manera armónica o dilacerarse en una lucha que hace a la constitución de las neurosis. De un lado el yo con todas sus identificaciones intentará evitar y combatir todo lo que lo cuestione, y creyéndose autosuficiente y rector centro; por otro la sombra, que permanentemente estará haciendo sentir su presencia por medio de los síntomas.


La no aceptación y el rechazo de sí mismo es el aspecto a destacar en esta situación en que, por ejemplo, las manifestaciones del odio hacia sí por no hallarse a la altura que manda la imagen idealizada ocasiona trastornos depresivos, psicosomáticos, accidentes, etc., y que esto coexiste con el que desplaza hacia las circunstancias y personas del exterior, proyecta, los que serán portadores de lo que discute la imagen idealizada con la que el yo se identifica. Estas manifestaciones son parte de la sombra, y que tanto angustian, serán el primer umbral para el conocimiento de sí y momento central en el proceso de individuación, es decir del llegar a ser quien se es. Cuerpos con "defectos", carencias de distinto tipo, lo que me averguenza, son todas las negatividades de la sombra, pero también son sus contenidos todo lo que remite a potencialidades aún no realizadas ni desarrolladas y que pueden realzar lo vital. Por ello, es que la terapéutica va de un momento de perfección yoica a otro donde el paciente se vive como débil y necesitado, camino que sí lleva a la plenitud. Esas cualidades sombrías son el puente para conectarse con lo oscuro, lo intuitivo, lo que no pertenece al mundo tecnológico y racionalista de estos tiempos. En ámbitos más profundos, la sombra se hace arquetípica y se constituye como aquella parte del sí-mismo que Jung llama la sombra de Dios y que patentiza el mal a escala cósmica.


Así el hombre se confronta con todo lo que es peligroso, pero que también, puede ser la cura para sus sufrimientos y que no se concretará extirpándolos o proyectándolos sobre el semejante, sino soportándose a sí mismo y reconociéndo la doble cara de la sombra, que tal como la palabra pharmakon significa el veneno pero a su vez lo que cura.
























































































































































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