lunes, 29 de octubre de 2018

FOTOGRAMAS DE LA CIRCULARIDAD.





MANDALA BUDISTA-TIBETANO, NEPAL.

En el ensayo "La esfera de Pascal" Borges hace mención a una cita del Corpus Hermeticum en donde Hermes dice que "Dios es una esfera inteligible, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna". Asimismo nombra a Jenófanes de Colofón, Platón, Parménides y Empédocles como los que aseguraban que Dios, el Ser, tienen forma esférica. Pero lo interesante es que en el final de su trabajo, Borges se refiere a una palabra que habría comenzado a escribir Pascal en el manuscrito de los "Pensamientos" para luego tacharla y que diría: "La naturaleza es una esfera espantosa cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna". (Borges, 1952:638). Es decir, que le otorga a esa forma cualidades opuestas y contradictorias, de lo divino y lo demoníaco, constituyéndose como un símbolo y por ello como lo numinoso (Otto, 2008), grávido de significación, que contiene potencialidades paradójicas a desplegar y con multiplicidad de sentidos. Juego entre contrarios que se expresan como un organismo vital, cargado de energía, dotado de potencia, con un dinamismo que fluye a través del conflicto de la contrariedad y no accesible a lo conceptual, produciendo efectos de fascinación sobre la conciencia.
En un primer momento es el punto de partida de todas las cosas, del comienzo de un ciclo en donde hay una irradiación en torno a un centro como la unidad primordial. (Guenón, 1965). Manifestación de lo eterno, lo que precede al tiempo, lo autocontenido. Símbolo del origen, de lo que no tiene principio ni fin, ni antes ni después, sin cambio, de lo indiferenciado, de lo aún no nacido, inmerso en lo cósmico-materno y cercano al encierro de lo incestuoso.
Pero también, esa energía libre toma una forma, una estructura dinámica y que despliega un sentido a interrogar. Lo invisible e infinito, tal como se mencionaba anteriormente, se vuelve visible y concreto, lo ilimitado y eterno se cualifica témporo-espacialmente. 
La esfera y su punto central, se convierten en límite que protege y unifica, expresando un proceso de ordenamiento de lo caótico, que emerge en situaciones de crisis vitales. Lo amorfo adquiere una estructura que integra lo que se disocia. 
Pero así como origen también es meta, como núcleo autónomo y espontáneo que otorga una dirección dinámica de desarrollo, que se mueve por sí mismo, que se despliega en continuidad infinita superando lo que es rígido e inerte. Posibilidad de lo nuevo y creativo ante las vivencias de destrucción y fin del mundo, como las que se presentan, por ejemplo, en los procesos esquizofrénicos, como los que sufrieron Arthur Bispo do Rosario, Opicinio de Canistris, Adolf Wölfli o Van Gogh, abriendo posibilidades creativas en el sujeto psicótico. (Maleval, 2002:293). Desde otra perspectiva Rudolph Arnheim postula que las imágenes se forman por patrones perceptuales en donde se manifiesta, también, una visión ordenada de la realidad. (Arnheim, 1985).
Por ello es que los grandes artistas se han dedicado a plasmar la circularidad en sus obras, como los grabados de Leonardo da Vinci y Durero y que denominan "nudos" . Ellos  expresan la ligazón de amplios aspectos de la existencia a través de una línea sin solución de continuidad y que tal vez aludan a concepciones esotéricas, exponiendo un misterio semejante al recorrido por un laberinto.
Asimismo en la literatura se puede hallar ese símbolo en cuentos como "El Zahir" y "El Aleph" de Jorge Luis Borges, en que los protagonistas, ante la muerte de la mujer amada, se encuentran con dos objetos esféricos, el Aleph y el Zahir, que no solo permiten soportar esa pérdida, sino que abren a un destino insospechado. (Borges, 1947).
En el arte de comienzos del siglo XX, Marcel Duchamp, expuso una rueda de bicicleta en el año 1913, muy parecida a la Bispo do Rosario, en el que acentúa el movimiento y el cambio, pero también el cuestionamiento de lo útil del objeto, exponiendo su vaciamiento y ausencia. Desobjetivación para que se abra al ámbito de la presencia desnudadora e iluminadora del ser; emergencia de lo más íntimo y secreto del corazón. Esfera como ser de lo existente de un desnudador e iluminador de la presencia que unifica por todas partes, en tanto renuncia a la inmanencia del objeto del representar. (Heidegger, 1960:257). Rememoración de lo olvidado por la prepotencia de los objetos.
Lo circular no es una forma neutra sino que propone anhelos profundos en lo humano, que busca acercarse a lo universal y eterno. La circularidad constituye un límite, contiene a lo desintegrado, abriendo a un diálogo entre lo fragmentado, transformando lo que es caótico y sin sentido al otorgarle una forma.
Se inicia la búsqueda de un centro y de un cosmos nuevo, de lo que puede recomenzar después de la crisis y el sufrimiento. Peregrinaje simbólico por diversos universos de la existencia, retomando antiguos caminos arquetípicos, formas a-priori,  que actúan como principios inconcientes de configuración, con una dirección hacia un fin o meta (Jung, 2014).
 Esa imagen adquiere fuerza y potencia, "son dianamogramas o condensadores eléctricos que transmutan una carga energética en toda su tensión". (Fleisner, 2015:116). Ella se constituye como un organismo cargado de energía vital y que postula distintos tiempos y sentidos. El símbolo-imagen es un abrirse hacia lo no realizado, lo que está en potencia y posibilidad, produciendo efectos sobre la conciencia, intima, incita y sugestiona, haciéndose de interés y valor para los sujetos y la cultura, ya que encierra lo utópico de lo todavía no. (Trevi, 1996). Tienen carácter coactivo y dan a pensar y, tal vez por ello, es que quienes realizan esos círculos ponen sus anhelos en ellos, dedicándoles gran parte de su vida, estableciendo un puente entre el arte y lo religioso, superando la esquizia que caracteriza a las sociedades contemporáneas, como entendía Aby Waburg (Dudi-Huberman, 2009). Patrones de formas que no solo se dan en lo humano sino también en la naturaleza.
Lo esférico pone en cuestión un criterio de desarrollo lineal, ya que su forma resalta lo que retorna pero de manera diferente, como en la espiral y que por medio del símbolo, como terceridad vertical, rompe con lo repetitivo de lo incestuoso dual. Se vuelve reiteradamente a esas imágenes vitales, que superviven a los tiempos históricos como huellas indelebles y que Waburg las denominaba con el término alemán de Nachleben. (Didi-Huberman, 2009).
Recentramiento más allá del yo, que sigue el ritmo del devenir, algo a descubrir como un tesoro o el claro en un bosque. Símbolo del Sí mismo que en su despliegue va acercándose a un centro que siempre se renueva.
En su autobiografía Jung descubre la numinosidad de la esfera y el camino como un espiral, dice: "Tuve que dejarme arrastrar por esta corriente, sin saber a dónde me conducía. Solo cuando comencé a dibujar mandalas vi que todos los caminos que emprendí y todos los pasos que daba conducían a un nuevo punto, concretamente a la individuación. En los años que van de 1918 a 1920 vi claro que el objetivo del desarrollo psíquico es el Sí-mismo. No existe un desarrollo lineal, solo existe una Circumbalation des Selbst". (Jung, 1957:204). Punto cuyo centro está vacío, haciéndose presente la nada que es anterior a toda pregunta, pensamiento y habla. Vacío que es fuerza cósmica, la nada que circunda a todo lo viviente y que como dice el Tao Te King: "El jarrón puede usarse porque en su centro hay vacío". De ahí surge como flujo que no cesa, "la experiencia del vacío implica asaltar al "sentido" por la espalda, quitándole las máscaras, exponer su nada, transitar sus intrincados bordes hasta deshacer para siempre la abigarrada y compleja madeja que la existencia arma en torno a él, ocultando así el centro sobre el cual gravita". (Albano, 2007:105). Pero para ello es preciso afrontar la experiencia de la angustia que supone cuestionar lo apropiador y calculador del yo como fortaleza del desconocimiento. Experiencia de formas que hacen a lo infinito y eterno, de lo mágico y sagrado que está por encima de lo cotidiano. Rememoración del origen. Apertura a lo que siempre ha sido y nunca aconteció.



Fotogramas de la circularidad:






Arthur Bispo do Rosario (1909-1989). Pasó los últimos cincuenta años de su vida internado en instituciones psiquiátricas de Jacarepaguá y Río de Janeiro, Brasil. Diagnosticado de esquizofrenia paranoide, presenta una rueda girando alrededor de un centro.  Obra que permite un detenimiento, una escansión, suturando la cadena significante caótica de la psicosis.





Marcel Duchamp (1887-1968). Rueda de bicicleta, 1913. Ready made. Lo vaciado de su ser objeto, atiborrado de sentido, hasta el punto que no se acaba nunca de comentar, vaso de ausencia. (Wajcman, 2001:70).



Arthur Bispo do Rosario. Espiral como curso del sol, pero también como agua, vida, fertilidad, regazo femenino. Su línea sin interrupción, podría aludir también a la inmortalidad, al "largo camino del alma, al hilo que no se rompe, al sentimiento claro o apenas balbuceante de una continuidad, de un dinamismo entre la vida y la muerte". (Santarcángeli, 1997:124).






Petroglifo prehistórico. Espirales, Roca San Antonio, Antioquía, Colombia. Símbolo de la fertilidad y renovación, de lo continuo e infinito. Figura de serpiente, animal del espacio de los muertos. Largo viaje de las almas inmortales.








Galaxia en espiral "A1689B11", de once mil millones de años, es la más antigua. 








Geoglifos como espirales, cultura Nazca (Perú).








Huella digital con dibujo espiralado.












Vincent Van Gogh. Noche estrellada (1889). Círculos y espirales, dinamismo que rompe con lo inerte, y que pareciera ingresar en el ámbito de lo arquetípico. "La vida es probablemente redonda". (V. Van Gogh).







Adolf Wölfli (1864-1939). Artista esquizofrénico nacido en Suiza. La obra representa movimientos semejantes a la anterior.







Patrón de semillas de girasol, en donde hay dos conjuntos de espirales que giran en sentido contrario y en coordenadas polares, creciendo de manera logarítmica y equiangular, moviéndose en direcciones opuestas. "Toda existencia pareciera en sí redonda". (Karl Jaspers).





Opicino de Canistris (1296-1350). Clérigo italiano, posiblemente esquizofrénico, que entre 1335 y 1336 realiza 27 dibujos sobre pergamino. Todos comienzan con un círculo y a partir del cual efectúa la obra total con figuras humanas, continentes, países. Su formato es el de un plano, esquema o diseño arquitectónico.





Opicino de Canistris (1296-1350). Círculos que buscan civilizar o suturar el goce elevándolo al significante.






Leonardo da Vinci (1452-1519). Nudos (1490). Peregrinaje en donde el lazo y el nudo forman un laberinto. Tránsito por los diversos ámbitos de la existencia para arribar a un centro luego de haber superado las pruebas iniciáticas, pero también salida, retorno a lo cotidiano con lo aprendido.







Alberto Durero (1421-1578). Nudos (1505-1507). Ataduras y desataduras, vida y muerte. Vínculo que une entre sí a los miembros de una organización iniciática







Dibujo hecho en un Kultrún mapuche en el que las líneas representan lo terrestre y lo sagrado en el que viven los dioses y ancestros. En el centro es el lugar sagrado en donde golpea la machi y que así establece relaciones con el universo espiritual para llevar a cabo la curación chamánica.






Dibujos iniciáticos de la isla de Malekula (Nuevas Hébridas). Camino que conduce a la vida futura y al renacimiento, encuentro con las aguas de la muerte y enfrentamiento con el espíritu guardián que prueba al alma. Diálogo entre la vida y la muerte hacia un centro. Peregrinación y viaje que, como símbolo, une a los opuestos.





Tomás Saraceno (1973). Exposición "Cómo captar el universo en una telaraña" (2017-2018). El artista utilizó miles de arañas Parawixia Bistriata, para que creen diagramas y formas que hacen pensar en el universo como una red de interconexiones en donde cada elemento se despliega y transforma. En su recorrido inscriben huellas, dejan un mapa de sus movimientos, tanto del pasado como hacia el futuro, dijo artista. Allí se unen líneas rectas y radiantes con las rotativas y espiraladas, hebras que se detienen en un centro y rotan en órbitas cada vez más amplias. Estructura universal o matriz de producción de configuraciones que irradia la realidad viviente.






Pinturas de arena, de los originarios Navajos, S.O. de Estados Unidos. Dibujos que realizan los chamanes con pigmentos de colores de arena, en donde despliegan su cosmovisión mitológica, para invocar el poder sanador de los dioses a fin de curar al enfermo. Este se sienta en el centro de la obra para que el espíritu maligno, que causó su enfermedad, pueda ser reabsorbido por los dioses. Ellos enseñaron el arte de curar por los dibujos de arena.







Jorge Luis Borges (1899-1985). En L´hotel, París (1969), de pie sobre una estrella y una esfera. Lugar donde murió Oscar Wilde. Sus obras expresan un pensamiento circular.





Nudo borromeo: a partir del escudo de armas de los Borromeo, en el que simbolizaban la triple alianza de las tres ramas de la familia, Lacan da el nombre a un  anudamiento que permite mantener una identidad de vínculo de los términos y, a su vez, una diferenciación de los mismos. Permite establecer una distinción  entre ellos y darles nombres diferentes como lo real, imaginario y simbólico, siendo articulados por un cuarto que es el Nombre del Padre.




Zodíaco medieval (siglo XI). Biblioteca Nacional de París. El centro es ocupado por Cristo y a su alrededor giran los signos zodiacales. Cambio continuo de lo manifestado organizado por un centro.







Tapiz de la catedral de Girona, Catalunya, La creación (siglo XI). En el centro Cristo como pantokrator. Se representa desde los inicios del mundo hasta la creación de Eva.






Cola de hembra de pavo real. Su simbolismo fue usado en la mitología, en las religiones y en la alquimia para expresar la renovación y la transformación a través del cambio de plumaje.






Rosetón de la iglesia Santa María del Pi (siglo XIV), Barcelona. Rosa que se abre a la manifestación o la irradiación en torno a una centralidad.






Ouroboros, dibujo de un texto alquimista atribuido a Synesio, realizado por Th. Pelecan (1478). "El ouroboros, que devora su propia cola es un símbolo drástico para la asimilación e integración de lo opuesto, a través de su símbolo. Simultáneamente este proceso circular, es explicado como un símbolo de inmortalidad, esto es de renovación constante de sí mismo". (Jung, 1990:116).



Anillo de benceno que Agust Kekulé, descubre en 1858 a partir de un sueño en donde ve a la serpiente Ouroboros y que le proporciona la estructura anular.






 Fotografía de átomo de hidrógeno.









 Ondas circulares que se producen en el agua.









Pintura rupestre. Isla de Pinos, Cuba. Círculos y espirales.










Sardana, danza folclórica circular catalana.








Círculos de arena y piedras. Budismo zen.







Huevo órfico de la creación alrededor del cual se enrolla la serpiente cósmica.









"Vuelve la noche cóncava que descubrió Anaxágoras:
Vuelve a mi carne humana la eternidad constante
Y el recuerdo ¿el proyecto? de un poema incesante:
"Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras..."

J.L. Borges: fragmento de "La noche cíclica".



Bibliografía:


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Albano, S.: Hölderlin, Heidegger y el Zen. Bs. As.: Quadrata, 2007.
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Borges, J.L.: El Aleph (1947), en Obras Completas. Bs. As.: Emecé, 1980.
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Heidegger, M.: Sendas perdidas. Bs. As.: Losada, 1960.
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Maleval, J.C.: La forclusión del Nombre del Padre. Bs. As.: Paidós, 2002.
Otto, R.: Lo sagrado. Bs. As.: Claridad, 2008.
Trevi, M.: Metáforas del símbolo. Barcelona: Anthropos, 1996.
Wajcman, G.: El objeto del siglo. Bs. As.: Amorrortu, 2001.






jueves, 16 de agosto de 2018

PROCESO DE INDIVIDUACIÓN: REMINISCENCIA Y APERTURA AL PROYECTO. INFLUENCIAS DE PLATÓN EN JUNG-


Proceso de individuación, idea rectora en el pensamiento de C.G. Jung, que caracteriza al encuentro de la conciencia con la psique objetiva o inconciente arquetípico, donde lo trans-espacial y trans-temporal pueden hallar expresión y actualizarse en el tiempo y el espacio a través del diálogo y la confrontación. Pero esta experiencia se desarrolla no solo en la psicología analítica, sino que encuentra sus bases en pensadores iniciales que han tratado de manera similar la misma situación. Así Platón en el siglo IV a.C. enuncia toda una terminología que perdurará hasta la actualidad, donde palabras como reminiscencia o anámnesis, recuerdo, concepciones como que la naturaleza está toda emparentada consigo misma, inmortalidad y un transcurrir dialéctico para arribar a la verdad, serán incorporadas a diversos procedimientos del pensar e investigar.
Así Platón en "Menón", diálogo puente entre sus obras de juventud filosófica y las de madurez, enuncia una serie de propuestas que tomaremos para establecer algunas relaciones con el pensamiento de Jung. Allí se invita a iniciar un camino que comienza con el no-saber, que incita hacia lo desconocido, que cuestiona las certezas y la comodidad de lo establecido. Impulso dirigido a lo mejor, que como trayecto erótico empuja  a buscar lo que falta y solo sabiéndose carente.
Suspensión de lo se cree saber en una puesta entre paréntesis y que conduce a lo abierto de la problematización, siendo que solo  desde aquí puede comenzar la indagación filosófica, postura que instituye Sócrates.
Pero aquella no solo se da en los interrogados que llegan al desconcierto, como Menon y su esclavo, sino que también Sócrates arriba, como "maestro", a la misma circunstancia de ignorancia (Platón, 1983). Y ello se hace a fin de no proporcionar una información ya hecha por quien cree saber, que influye y dogmatiza, sino para ayudar a "parir" un saber interno que cada uno ya posee y que es necesario actualizar a través de la mayéutica. "El dios me prohibe parir" dice Sócrates (Platón 1988), ya que debe quedar al margen de lo que cada uno de ellos lleva en sí mismo. 
Es decir, que desde la conciencia de la ignorancia Sócrates lleva a Menon y a su esclavo a descubrir lo propio, de algo oculto interior que aún resta por hacerse, un significado aún no expresado.
Así es que en otro de sus diálogos, "Teeteto", propone que su labor es como la de una partera, que según dice, aprendió de su madre y que a través de preguntas y respuestas, el interrogado "dará a luz" una verdad como algo que ya lo habitaba, como si estuviera preñado de ella y que ahora se actualiza. Sócrates le da el nombre de mayéutica a su método y que se hace creatividad o póiesis. 
Pero ¿qué es eso que se "pare", que se gesta? Platón, que en "Menón" aún no desarrolla la teoría de las ideas, dice que el alma siendo inmortal y habiendo nacido y reencarnado muchas veces ha visto todo y adquirió un conocimiento universal en un cosmos interrelacionado como una trama, aunque ese saber se olvidó al entrar en un cuerpo mortal. La filosofía por medio de la dialéctica, permitirá recobrar ese saber, recordándolo por medio de la anámnesis. No se lo aprende sino que se lo recupera como reminiscencia ya que se lo poseía, aunque en estado inconciente y que transcurrirá en un proceso largo y difícil. Eso que es un a-priori que rebasa a las cosas, se presenta como meta y motor de la existencia, es por sí mismo, trascendente y eterno, que más tarde Platón lo llamará Idea o Forma dadora de sentido a todo(Eggers Lan,2008:94). Ellas son el paradigma de los entes y fenómenos. (Agoglia, 1967).
Esta concepción del griego rebasa ampliamente el ámbito filosófico y también puede extenderse a la psicología analítica que postula todo un universo psicológico que no ha sido adquirido a través de la experiencia personal sino que es preexistente y al que se lo denomina psique objetiva o inconciente colectivo. Sus componentes son los arquetipos, que son matrices a-priori para la formación de símbolos, cuencos de sentido que como disposiciones comunes a toda la humanidad se expresan en temas o motivos similares en culturas o tiempos diferentes, moldes de configración de imágenes. Poseen un contenido numinoso, afectivo, pero también luminoso que aparece como imagen o representación. Son indeterminados y su manifestación solo es posible conocerla a través de sus símbolos.
Ellos son plurívocos, expresiones de lo inconciente, de lo que ya estaba, cargados de sentido, grávidos de significación, que se abren a lo todavía-no, hacia cosmos futuros. Son gérmenes que señalan a algo que es necesario liberar y que desequilibran de un estado actual de homeostasis y de incercia al yo. (Trevi, 1996). Pueden pensarse como la recuperación de ese saber que se poseía pero que era inconciente, recuerdo que se manifiesta como formaciones de lo inconciente. Símbolos que están preñados en tanto llevan en su seno infinitas posibilidades de sentido, que se actualizarán en un proceso dialéctico que Jung llama individuación.
Estos permiten establecer algún tipo de relación con las Ideas de Platón, ya que en "el ámbito de la vivencia a venir, pues, ese inconciente colectivo a sustituir el reino platónico de las ideas eternas, que constituían el modelo, de acuerdo con el cual las cosas recibirán su forma... Arquetipos que condicionan de manera apriorística todo el esfuerzo para dar forma a las cosas." (Jung, 1998:83).
Es decir, que hay un camino que conduce a acercarse a un ámbito distinto del cotidiano, que abre a un diálogo con los símbolos que van surgiendo en su devenir, y que se convierten en proyectos de existencia hacia posibles sentidos. Ellos remiten a algo desconocido, que aluden a un todo inalcanzable. 
Esas imágenes interiores comienzan a ser asimiladas, elaboradas  e integradas en un proceso que se inicia con su recolección a través de la reminiscencia, con un darles forma a aquello que emerge desde el origen.
Acercamiento a lo transpersonal, a lo arquetípico universal que hace a lo humano, donde la psique posee un sustrato general que trasciende todas las diferencias de cultura... (Jung, 1981:28). Ese basamento que es común a toda la humanidad es la psique inconciente con disposiciones latentes hacia la reiteración de temas, motivos o mitologemas semejantes en culturas y tiempos diversos. Esas imágenes arquetípicas instigan, motivan, otorgan sentido y dirección a la vida. Ellas podrían también pensarse en referencia con lo que Platón denomina como el mundo divino y que en obras posteriores desarrollará como la teoría de las Ideas, siendo que estas aparecen como la formulación filosófica del panteón de los dioses olímpicos como fuerzas cósmicas y actividades humanas. (Eggers Lan, 2008:93).
Por lo tanto, es posible establecer algún vínculo con los arquetipos del inconciente colectivo, como estructuras intemporales dinámicas y representacionales que gestan acciones y símbolos cargados de sentido en todos los humanos. Así es que Jung utilizando una serie metáforas de la alquimia los señala como "luminosidades múltiples", "chispas", "chispas del alma universal", "semillas de luz diseminadas en el caos", "chispas ígneas del alma del mundo como puras "formae rerum essentiales". "Éstas formae corresponden a las ideas platónicas y, entonces, si se acepta que las imágenes eternas de Platón, que están en un "lugar suprasensible", son una explicación filosófica de los arquetipos psicológicos, resulta una equiparación de las scintillae con los arquetipos". (Jung, 2014:167). "Luminosidades embrionarias" que brillan en la oscuridad de lo inconciente. Es decir, que la psique sería semejante a "un cielo nocturno sembrado de estrellas", "firmamento interior" donde el humano debe sacar la "luz" que hay en ellas. (Ib.) y que como arquetipos se constituyen como un a-priori de la configuración de imágenes y de su significado. Son centros numinosos que regulan la actividad creadora de la fantasía y que Jung los entiende como un pre-saber que escapa al ser y perecer individuales (Jung, 1957).
Así estas se recolectarán por la reminiscencia y que luego se harán símbolos a través de un largo y dificultoso proceso de indagación y diálogo. Ahí surge un sentido que puede constituirse como proyecto y en el que se recupera lo olvidado, lo latente, en una experiencia de búsqueda. El símbolo se expresa como la posibilidad de aproximarse a través de la vivencia de sus infinitas  facetas a eso incognoscible, que Jung llama arquetipo.
Así es que todo este proceso aparece como un "parir" lo que ya se poseía pero que no se recordaba, que surge desde el interior, aunque no del yo, a través del diálogo filosófico o analítico y que se muestra inicialmente, como lo considera Platón, como "opinión verdadera", semejante a un sueño, azarosa, inspirada, inestable, no asida, "dadas por el hálito del dios" (Platón, 1983:336). Por su parte, Lacan entiende que ella es el objeto del trabajo psicoanalítico, ya que es anterior a la constitución del saber, en estado naciente, a nivel de la orthodoxa. (Lacan, 1986:36). Y por ello es que "la meta y paradoja del Menón es mostrarnos que la episteme, el saber ligado por una coherencia formal, no abarca todo el campo de la experiencia humana, y en particular que no hay una episteme de aquello que realiza la perfección, la areté de esa experiencia". (Ib.,:31). La verdad no estaría en ese saber generalizable y siempre verdadero. (Ib.:38), sino en esas "opiniones que acaban de despertarse  ahora, en él, y que son como un sueño". (Platón, 1982:311).
Desde otra perspectiva, también Jung postula que lo que va apareciendo, y que es previo al saber, es el objeto del acto analítico, "el conciente es víctima una y otra vez del error que surge de sí mismo; sin embargo, el conocimiento científico sabe que toda conciencia se basa en condiciones previas inconcientes; por lo tanto en una especie de prima materia desconocida a la que los alquimistas atribuían todo lo que se pudiera atribuir poco más o menos al inconciente". (Jung, 1977:374). 
Esas opiniones verdaderas, que son "despertadas" como "inspiración divina" pueden considerarse "procesos vitales que desde los tiempos más remotos, debido a su carácter de numen, han sido el motivo más importante para la formación de símbolos. Y estos procesos son misteriosos, en cuanto que presentan al entendimiento humano enigmas para cuya solución tendrá que esforzarse mucho tiempo y en vano. Concretamente es muy dudoso que el entendimiento sea, al fin y al cabo, el instrumento apropiado para ello, teniendo la sensación acertada de que se trata de procesos que solo se comprenden realmente en la experiencia vivida, pero que intelectualmente solo pueden ser definidos. Los alquimistas decían: "Romped los libros para que no se rompan vuestros corazones". Posiblemente sea la experiencia vivida la que conduzca a la cercanía de la comprensión." (Ib.:411). 

Esta extensa cita presenta diferencias con Platón, ya que este considera que el conocimiento, la ciencia o episteme, el saber formalizado, debe llegar a ser la meta de la anámnesis, por un trabajo intelectual que establezca las causas por medio de sus interrelaciones y conexiones para constituirse en permanente, ligando a la opinión verdadera en formalizaciones lógicas. 
La psicología analítica postula, en cambio, al símbolo como lenguaje del inconciente, como mensaje de ausencia y distancia, material, como la mejor expresión de algo desconocido y solo presentido, que auna los más variados opuestos, lo inconciliable, y que escapa a la unidad abstracta del concepto, del dominio de los códigos y de la sofocación ideológica. (Trevi, 1996). Une lo sensible y lo inteligible, destapando universos.

El proceso de individuación como apertura a lo arquetípico, ventana abierta a la eternidad (Jung, 1998), que encuentra a aquello de lo originario en la experiencia única de lo que va aconteciendo y que se proyecta hacia el futuro, a la que se le dará una forma para ser asimilada e integrada en la conciencia, aunque siempre en devenir, nunca fijada. Salida del yo como históricamente determinado, y como lugar del desconocimiento hacia un ver lo que adviene.

Para concluir, Platón y Jung postulan un trayecto que comienza desde el no-saber, que es un largo proceso de indagación y confrontación con esos recuerdos-símbolos que son patrimonio de lo humano, que se los despierta y se los "gesta", y que se constituyen para dar sentido a la vida en un proyecto de apertura a lo indeterminado. Emergencia de un ámbito preñado que enlaza lo individual con lo universal. Asimismo Platón consideraba como de importancia fundamental que ese Absoluto Viviente señalaba hacia la inmortalidad del alma, y Jung también, aunque desde otras premisas, ya que entendía que la intemporalidad de lo inconciente daba un sentimiento de eternidad en las manifestaciones espontáneas del sí-mismo, es decir de aquello que acontece en un no-yo psíquico. (Jung, 1961:157). Desde allí surgen las imágenes y símbolos transpersonales que dan una expansión más allá de la limitación témporo-espacial del yo.
Por último es necesario distinguir y diferenciar a los arquetipos de las Ideas, ya que aquellos no son opuestos a la materia, como en Platón, ya que engloban todos los aspectos de la existencia, lo conciente y lo inconciente. (Jung, 2014). No tienden  hacia la perfección sino hacia su despliegue en infinitos posibles. Tampoco serían sustanciales sino procesos dinámicos que emergen en forma de imágenes.


Así es que la psicología analítica propone al proceso de individuación como un llegar a ser quien se es, en diálogo con los símbolos universales que son el "tesoro" de la humanidad y que pensar o aprender es recordar: "La relación con el arquetipo es conmovedora, eficaz, que desata en nosotros una voz más fuerte que la nuestra propia. Quien hable por imágenes primigenias habla por mil bocas, conmueve y sojuzga y al mismo tiempo, transfiere su relato de lo fugaz y pasajero a la esfera inmortal." (Jung, 1935:63).


Bibliografía:

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Jung, C.G.: Arquetipos e inconciente  colectivo. Barna.-Bs. As.: Paidós, 2014.
Lacan, J.: El seminario 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Bs. As.: Paidós, 1986.
Mondolfo, R.: La comprensión del sujeto humano. Bs. As.: Eudeba, 1968.
Platón: Menón, en Platón: Diálogos vol. II. Madrid: Gredos, 1983.
Platón: Teeteto, en Platón: Obras vol III. México: UNAN, 1988.
Trevi, M.: Metáforas del símbolo. Barcelona: Anthrópos, 1996.
Wunenburger: La vida de las imágenes. Bs. As.: Baudino editores, 2005.







viernes, 2 de febrero de 2018

JORGE LUIS BORGES: "TIGRES AZULES".



Los cuentos, los relatos, proponen una narrativa en donde hallan expresión concepciones, pensamientos, cosmovisiones, que indagan e interrogan el sentido de la vida. En especial el cuento fantástico a través de su estructura peculiar, genera estados de angustia que pone en cuestión la familiaridad de lo cotidiano, abriendo un espacio al extrañamiento desde donde irrumpe un universo que no responde a las leyes naturales. Lo velado y lo ausente hacen acto de presencia donde no deberían estar, son ambiguos y causan espanto, no distinguiéndose lo real de lo alucinatorio. Hay un Otro del sujeto, sombrío, oculto, indefinible e incierto, mostrando que no hay una realidad única sino que es diversa como la verdad. (Carotenuto, 2001). Sus personajes, situaciones y conflictos poseen una arquitectura que, en algunos casos, es semejante a lo onírico, por ello es que por momentos se confunden entre sí. De tal manera que Borges consideraba que la primera forma de literatura y del arte eran los sueños. Ellos invitan a que se los escuche, ya que despiertan poderosas fuerzas que no nos dejan indiferentes y que interpelan a lo dado para una apertura a lo distinto y significativo.
Así es que Borges publica en el año 1983 un conjunto de relatos  con el título de "La memoria de Shakespeare" y en donde incluye uno al que llama "Tigres azules". Allí Alexander Craigie, un profesor escocés de lógica occidental y un poco de oriental, tenía también a su cargo un seminario dominical sobre Spinoza en la universidad de Lahore, decide dejar su ciudad en 1904 para buscar, a partir de  ciertas noticias que le llegan, un tigre azul que habría sido visto en la cuenca del Ganges. Su fascinación por este animal, con el que ya había soñado reiteradamente, lo lleva en una travesía a una aldea ignota y distante de ese río sagrado.
El poblado se levantaba en plena jungla y ahí busca información acerca de ese tigre a través de sus habitantes, que le dan pistas falsas y hasta parecen burlarse de él. Finalmente decide una noche, iniciar una ascensión al cerro del lugar y en la meseta, casi en la cima, descubre una grieta de color azul en donde hay varias piedras redondas de ese mismo color. Inmediatamente identifica el azul de aquellas con el del tigre que ya varias veces había soñado. Las guarda en sus bolsillos para descender y retirarse a dormir. 
Al día siguiente cuando las revisa, descubre que ese puñado de piedras se había multiplicado, despertando su extrañeza y temor.  La misma circunstancia se repite desorientando y desesperando al protagonista ya que ellas contradicen todo orden lógico y matemático, mostrándose caóticas.
Ante esto se propone dejar la aldea y regresar a Lahore. Allí se suceden los sueños con las piedras y los tigres (hay seis referencias en el relato a esto último), resultando complejo distinguir la diferencia entre lo onírico y lo real. Por último, ante la imposibilidad de manejar la multiplicación de las piedras y su temor a la locura, decide ir a la mezquita de Wazil Khan y rogarle a Alah para que le ayude en esta situación. Entonces se presenta un mendigo quien le pide una limosna y Alexander le da una de las piedras, pero aquel lo conmina a que le entregue todas, a lo cual accede. Así es que el mendigo entonces le dice que ahora "te quedas con el día y la noche, con la cordura, con los hábitos, con el mundo". El misterioso hombre desaparece.

Para intentar un acercamiento interpretativo del cuento hay que destacar un primer momento, al que Joseph Campbell denomina el llamado a la aventura, según el mito del héroe (Campbell, 1992). Salida de un marco de referencia vital estrecho y estéril de un profesor de lógica occidental, y que responde con asombro ante la noticia de un tigre azul. Luego buscará a una aldea sin nombre, casi devorada por la jungla entre pantanos y ríos, y que hace a una zona de indiferenciación, de lo distinto de la conciencia y que puede pensarse como el ingreso a otro lugar de experiencia como lo inconciente. Proceso de iniciación, atravesando lo oscuro y peligroso hacia el fondo del ser.
La situación se vuelve dramática cuando Alexander encuentra en la cima de un cerro una grieta con piedras azules que se multiplican sin ningún orden. Ahora los objetos y las cosas dejan de serlas para convertirse en símbolos. Y así esa grieta se llena de sentidos como hendidura, regazo, vientre, oquedad, salida y entrada al infierno, al hades, abismo, luz quitada, secretos múltiples. Referencias todas que señalan a lo vacío, a lo que no tiene fondo, de un cuerpo materno  donde se halla lo indiferenciado y de donde emerge todo. Es la apertura en que el ser-ahí se hunde, según Agamben (Fleisner, 2015:39) aunque también la puerta que hace posible que algo aparezca y se muestre, al decir de Heidegger.(Ib.:40; Heidegger, 2000).
Grieta que abre a lo profundo de lo oscuro, pero también fisura o crisis, de una estructura ideológica rígida que se mueve  y se referencia por la lógica del protagonista.
Por ello es que emergen de ese fondo o vacío, unas piedras azules que se multiplican y que cuestionan el orden legal. Ellas son parecidas a discos como la luna, azules como aquella, todos atributos de lo femenino en contraposición a lo instrumental de la lógica que puede pensarse como patriarcal-masculina. Las piedras constantemente se engendran, como una manera del caos, están animadas, son numinosas, tienen poder o mana. En los mitos, el folklore y leyendas de diversas culturas ellas poseen propiedades mágicas como las churingas australianas que además de ser objetos de culto se las consideraba como partes del antepasado totem y de ahí sus poderes para que crezcan los frutos del campo y la fertilidad de los seres vivientes (es de recordar que ellas se las hallaban en grietas de montañas). En Melanesia son mágicas, sin olvidar que Orestes fue curado de su delirio por una piedra en Laconia. En Roma, la "lapis lineus" profetizaba cambiando de color. (Cirlot, 2006:368).
Pero es en la alquimia, y que Borges conocía y se interesaba, donde la piedra se hace filosofal y se constituye como el comienzo y la meta de la obra de transmutación. 
Los alquimistas creían que tenía propiedades para curar heridas y enfermedades, combatía la melancolía, proporcionaba riquezas, inmortalidad y era incorruptible. También expresaba a un salvador terreno dormido en la materia que el "opus" pretendía rescatar. Es la unión de los contrarios.
En el cuento la piedras se multiplican sin ningún orden, se desbordan, son excesivas, pudiendo pensarse como la manifestación de lo que Agamben entendía como vida, es decir como una potencia que incesantemente supera sus formas y realizaciones.(Fleisner, 2015:166). Pura potencialidad del no-ser en sus múltiples maneras de aparecer y que por ello asusta  y desconcierta a Craigie ya que se desbordan hacia potencialidades vitales nuevas que cuestionan su cosmovisión. Es un resto que excede sus límites.
Potencia que no se agota jamás, que interpela, que deviene y fluye, que no puede ser clasificable. Piedras que transforman lo inferior y físico en superior y espiritual y viceversa, que es a su vez un redentor y un ser maligno, que señala un camino del destino, cuestionando la subjetividad que se disuelve. Por ello es que Alexander dice en el cuento, que ellas son como Behemoth o Leviathan, las caras irracionales de Dios. Es lo que pone en entredicho el orden, la lógica, que es ambiguo y paradójico, que asume tanto la vida como la muerte. Todas las manifestaciones se abren a ser exploradas y por eso se atemoriza al protagonista que se desconcierta ante la irrupción en lo real de algo que no controla y que le es extraño.
Entonces el mendigo le dirige las palabras finales, cuando Craigie le entrega las piedras, diciéndole que ahora, al dejarlas y no atreverse a confrontarse con ellas y con un mundo distinto, le queda el hábito, lo cotidiano, la misma falta de brillo y esterilidad que siempre fue su vida. Pérdida de lo que lo interpela, de lo maravilloso fantástico y onírico. La grieta es la presencia de la nada, del vacío, desde donde las certezas se pierden en tanto pueda se transitada hacia su ser más propio y singular. Ahí se presenta la angustia, el extrañamiento y ante lo cual Craigie huye, restaurando el viejo sentido de lo familiar y cotidiano, de la conformidad y de lo colectivo de sus máscaras.
Desiste ante lo que se renueva, perdiendo la oportunidad de entablar un diálogo con eso extraño que viene de otra escena, que lo atemoriza. Esas piedras azules son algo que no pueden existir, que cuestionan sus certezas, que están fuera de la norma. Lo atraen, lo fascinan pero también teme enloquecer, en una serie de sucesos que interpelan el principio de realidad.
Lo cotidiano es invadido por lo extraño, lo onírico y sombrío, como si las piedras descubrieran una configuración oculta, atroz, que lo atormenta. Que son imágenes corpóreas, con densidad y peso, que se oponen al concepto y a la abstracción. Parecieran ser el reverso de lo positivo y de ahí la comparación que hace el protagonista con los monstruos bíblicos.
Así el cuento propone la presencia de lo siniestro, de eso que no debería estar pero que sin embargo se hace presente como extraño. Asimismo pone en tensión la cosmovisión de Craigie, pero que es invalidada cuando pretende enfrentar lo que le está ocurriendo con los axiomas y postulados de la ética de Spinoza. Borges plantea todo un sector oscuro que la razón instrumental deja fuera de la vida, aunque propone esa grieta como vacío sin fondo, desde donde se forman los sueños y lo maravilloso de esos discos azules y que descubren otros niveles de la realidad, que puede marcar un destino en tanto se atreva a transitar por eso inusitado.



Bibliografía:

Borges, J.L., 2011: Tigres azules: en Obras Completas (vol.III). Bs. As.:Sudamericana.
Campbell, J., 1992 :El héroe de las mil caras. México: FCE.
Cirlot, J.E., 2006: Diccionario de símbolos. Madrid: Ediciones Siruela.
Carotenuto, A.,2001: L´ultima Medusa. Psicología de la fantascienza. Milano: Tascabili-Bonpiani.
Fleisner, P., 2015. Bs. As.: EUDEBA.
Freud, S., 1974: Lo siniestro en Obras completas (vol. VII). Madrid: Biblioteca Nueva.
Hiedegger, M., 2000: Tiempo y ser. Madrid: Tecno.
Jung, C.G., 1992: Simbología del espíritu. México: FCE.
Jung, C.G., 2008: Aion. Bs. As.: Paidós.
Massuh, G., 1980: Borges: una estética del silencio. Bs. As.; Editorial de Belgrano.