lunes, 29 de octubre de 2018

FOTOGRAMAS DE LA CIRCULARIDAD.





MANDALA BUDISTA-TIBETANO, NEPAL.

En el ensayo "La esfera de Pascal" Borges hace mención a una cita del Corpus Hermeticum en donde Hermes dice que "Dios es una esfera inteligible, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna". Asimismo nombra a Jenófanes de Colofón, Platón, Parménides y Empédocles como los que aseguraban que Dios, el Ser, tienen forma esférica. Pero lo interesante es que en el final de su trabajo, Borges se refiere a una palabra que habría comenzado a escribir Pascal en el manuscrito de los "Pensamientos" para luego tacharla y que diría: "La naturaleza es una esfera espantosa cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna". (Borges, 1952:638). Es decir, que le otorga a esa forma cualidades opuestas y contradictorias, de lo divino y lo demoníaco, constituyéndose como un símbolo y por ello como lo numinoso (Otto, 2008), grávido de significación, que contiene potencialidades paradójicas a desplegar y con multiplicidad de sentidos. Juego entre contrarios que se expresan como un organismo vital, cargado de energía, dotado de potencia, con un dinamismo que fluye a través del conflicto de la contrariedad y no accesible a lo conceptual, produciendo efectos de fascinación sobre la conciencia.
En un primer momento es el punto de partida de todas las cosas, del comienzo de un ciclo en donde hay una irradiación en torno a un centro como la unidad primordial. (Guenón, 1965). Manifestación de lo eterno, lo que precede al tiempo, lo autocontenido. Símbolo del origen, de lo que no tiene principio ni fin, ni antes ni después, sin cambio, de lo indiferenciado, de lo aún no nacido, inmerso en lo cósmico-materno y cercano al encierro de lo incestuoso.
Pero también, esa energía libre toma una forma, una estructura dinámica y que despliega un sentido a interrogar. Lo invisible e infinito, tal como se mencionaba anteriormente, se vuelve visible y concreto, lo ilimitado y eterno se cualifica témporo-espacialmente. 
La esfera y su punto central, se convierten en límite que protege y unifica, expresando un proceso de ordenamiento de lo caótico, que emerge en situaciones de crisis vitales. Lo amorfo adquiere una estructura que integra lo que se disocia. 
Pero así como origen también es meta, como núcleo autónomo y espontáneo que otorga una dirección dinámica de desarrollo, que se mueve por sí mismo, que se despliega en continuidad infinita superando lo que es rígido e inerte. Posibilidad de lo nuevo y creativo ante las vivencias de destrucción y fin del mundo, como las que se presentan, por ejemplo, en los procesos esquizofrénicos, como los que sufrieron Arthur Bispo do Rosario, Opicinio de Canistris, Adolf Wölfli o Van Gogh, abriendo posibilidades creativas en el sujeto psicótico. (Maleval, 2002:293). Desde otra perspectiva Rudolph Arnheim postula que las imágenes se forman por patrones perceptuales en donde se manifiesta, también, una visión ordenada de la realidad. (Arnheim, 1985).
Por ello es que los grandes artistas se han dedicado a plasmar la circularidad en sus obras, como los grabados de Leonardo da Vinci y Durero y que denominan "nudos" . Ellos  expresan la ligazón de amplios aspectos de la existencia a través de una línea sin solución de continuidad y que tal vez aludan a concepciones esotéricas, exponiendo un misterio semejante al recorrido por un laberinto.
Asimismo en la literatura se puede hallar ese símbolo en cuentos como "El Zahir" y "El Aleph" de Jorge Luis Borges, en que los protagonistas, ante la muerte de la mujer amada, se encuentran con dos objetos esféricos, el Aleph y el Zahir, que no solo permiten soportar esa pérdida, sino que abren a un destino insospechado. (Borges, 1947).
En el arte de comienzos del siglo XX, Marcel Duchamp, expuso una rueda de bicicleta en el año 1913, muy parecida a la Bispo do Rosario, en el que acentúa el movimiento y el cambio, pero también el cuestionamiento de lo útil del objeto, exponiendo su vaciamiento y ausencia. Desobjetivación para que se abra al ámbito de la presencia desnudadora e iluminadora del ser; emergencia de lo más íntimo y secreto del corazón. Esfera como ser de lo existente de un desnudador e iluminador de la presencia que unifica por todas partes, en tanto renuncia a la inmanencia del objeto del representar. (Heidegger, 1960:257). Rememoración de lo olvidado por la prepotencia de los objetos.
Lo circular no es una forma neutra sino que propone anhelos profundos en lo humano, que busca acercarse a lo universal y eterno. La circularidad constituye un límite, contiene a lo desintegrado, abriendo a un diálogo entre lo fragmentado, transformando lo que es caótico y sin sentido al otorgarle una forma.
Se inicia la búsqueda de un centro y de un cosmos nuevo, de lo que puede recomenzar después de la crisis y el sufrimiento. Peregrinaje simbólico por diversos universos de la existencia, retomando antiguos caminos arquetípicos, formas a-priori,  que actúan como principios inconcientes de configuración, con una dirección hacia un fin o meta (Jung, 2014).
 Esa imagen adquiere fuerza y potencia, "son dianamogramas o condensadores eléctricos que transmutan una carga energética en toda su tensión". (Fleisner, 2015:116). Ella se constituye como un organismo cargado de energía vital y que postula distintos tiempos y sentidos. El símbolo-imagen es un abrirse hacia lo no realizado, lo que está en potencia y posibilidad, produciendo efectos sobre la conciencia, intima, incita y sugestiona, haciéndose de interés y valor para los sujetos y la cultura, ya que encierra lo utópico de lo todavía no. (Trevi, 1996). Tienen carácter coactivo y dan a pensar y, tal vez por ello, es que quienes realizan esos círculos ponen sus anhelos en ellos, dedicándoles gran parte de su vida, estableciendo un puente entre el arte y lo religioso, superando la esquizia que caracteriza a las sociedades contemporáneas, como entendía Aby Waburg (Dudi-Huberman, 2009). Patrones de formas que no solo se dan en lo humano sino también en la naturaleza.
Lo esférico pone en cuestión un criterio de desarrollo lineal, ya que su forma resalta lo que retorna pero de manera diferente, como en la espiral y que por medio del símbolo, como terceridad vertical, rompe con lo repetitivo de lo incestuoso dual. Se vuelve reiteradamente a esas imágenes vitales, que superviven a los tiempos históricos como huellas indelebles y que Waburg las denominaba con el término alemán de Nachleben. (Didi-Huberman, 2009).
Recentramiento más allá del yo, que sigue el ritmo del devenir, algo a descubrir como un tesoro o el claro en un bosque. Símbolo del Sí mismo que en su despliegue va acercándose a un centro que siempre se renueva.
En su autobiografía Jung descubre la numinosidad de la esfera y el camino como un espiral, dice: "Tuve que dejarme arrastrar por esta corriente, sin saber a dónde me conducía. Solo cuando comencé a dibujar mandalas vi que todos los caminos que emprendí y todos los pasos que daba conducían a un nuevo punto, concretamente a la individuación. En los años que van de 1918 a 1920 vi claro que el objetivo del desarrollo psíquico es el Sí-mismo. No existe un desarrollo lineal, solo existe una Circumbalation des Selbst". (Jung, 1957:204). Punto cuyo centro está vacío, haciéndose presente la nada que es anterior a toda pregunta, pensamiento y habla. Vacío que es fuerza cósmica, la nada que circunda a todo lo viviente y que como dice el Tao Te King: "El jarrón puede usarse porque en su centro hay vacío". De ahí surge como flujo que no cesa, "la experiencia del vacío implica asaltar al "sentido" por la espalda, quitándole las máscaras, exponer su nada, transitar sus intrincados bordes hasta deshacer para siempre la abigarrada y compleja madeja que la existencia arma en torno a él, ocultando así el centro sobre el cual gravita". (Albano, 2007:105). Pero para ello es preciso afrontar la experiencia de la angustia que supone cuestionar lo apropiador y calculador del yo como fortaleza del desconocimiento. Experiencia de formas que hacen a lo infinito y eterno, de lo mágico y sagrado que está por encima de lo cotidiano. Rememoración del origen. Apertura a lo que siempre ha sido y nunca aconteció.



Fotogramas de la circularidad:






Arthur Bispo do Rosario (1909-1989). Pasó los últimos cincuenta años de su vida internado en instituciones psiquiátricas de Jacarepaguá y Río de Janeiro, Brasil. Diagnosticado de esquizofrenia paranoide, presenta una rueda girando alrededor de un centro.  Obra que permite un detenimiento, una escansión, suturando la cadena significante caótica de la psicosis.





Marcel Duchamp (1887-1968). Rueda de bicicleta, 1913. Ready made. Lo vaciado de su ser objeto, atiborrado de sentido, hasta el punto que no se acaba nunca de comentar, vaso de ausencia. (Wajcman, 2001:70).



Arthur Bispo do Rosario. Espiral como curso del sol, pero también como agua, vida, fertilidad, regazo femenino. Su línea sin interrupción, podría aludir también a la inmortalidad, al "largo camino del alma, al hilo que no se rompe, al sentimiento claro o apenas balbuceante de una continuidad, de un dinamismo entre la vida y la muerte". (Santarcángeli, 1997:124).






Petroglifo prehistórico. Espirales, Roca San Antonio, Antioquía, Colombia. Símbolo de la fertilidad y renovación, de lo continuo e infinito. Figura de serpiente, animal del espacio de los muertos. Largo viaje de las almas inmortales.








Galaxia en espiral "A1689B11", de once mil millones de años, es la más antigua. 








Geoglifos como espirales, cultura Nazca (Perú).








Huella digital con dibujo espiralado.












Vincent Van Gogh. Noche estrellada (1889). Círculos y espirales, dinamismo que rompe con lo inerte, y que pareciera ingresar en el ámbito de lo arquetípico. "La vida es probablemente redonda". (V. Van Gogh).







Adolf Wölfli (1864-1939). Artista esquizofrénico nacido en Suiza. La obra representa movimientos semejantes a la anterior.







Patrón de semillas de girasol, en donde hay dos conjuntos de espirales que giran en sentido contrario y en coordenadas polares, creciendo de manera logarítmica y equiangular, moviéndose en direcciones opuestas. "Toda existencia pareciera en sí redonda". (Karl Jaspers).





Opicino de Canistris (1296-1350). Clérigo italiano, posiblemente esquizofrénico, que entre 1335 y 1336 realiza 27 dibujos sobre pergamino. Todos comienzan con un círculo y a partir del cual efectúa la obra total con figuras humanas, continentes, países. Su formato es el de un plano, esquema o diseño arquitectónico.





Opicino de Canistris (1296-1350). Círculos que buscan civilizar o suturar el goce elevándolo al significante.






Leonardo da Vinci (1452-1519). Nudos (1490). Peregrinaje en donde el lazo y el nudo forman un laberinto. Tránsito por los diversos ámbitos de la existencia para arribar a un centro luego de haber superado las pruebas iniciáticas, pero también salida, retorno a lo cotidiano con lo aprendido.







Alberto Durero (1421-1578). Nudos (1505-1507). Ataduras y desataduras, vida y muerte. Vínculo que une entre sí a los miembros de una organización iniciática







Dibujo hecho en un Kultrún mapuche en el que las líneas representan lo terrestre y lo sagrado en el que viven los dioses y ancestros. En el centro es el lugar sagrado en donde golpea la machi y que así establece relaciones con el universo espiritual para llevar a cabo la curación chamánica.






Dibujos iniciáticos de la isla de Malekula (Nuevas Hébridas). Camino que conduce a la vida futura y al renacimiento, encuentro con las aguas de la muerte y enfrentamiento con el espíritu guardián que prueba al alma. Diálogo entre la vida y la muerte hacia un centro. Peregrinación y viaje que, como símbolo, une a los opuestos.





Tomás Saraceno (1973). Exposición "Cómo captar el universo en una telaraña" (2017-2018). El artista utilizó miles de arañas Parawixia Bistriata, para que creen diagramas y formas que hacen pensar en el universo como una red de interconexiones en donde cada elemento se despliega y transforma. En su recorrido inscriben huellas, dejan un mapa de sus movimientos, tanto del pasado como hacia el futuro, dijo artista. Allí se unen líneas rectas y radiantes con las rotativas y espiraladas, hebras que se detienen en un centro y rotan en órbitas cada vez más amplias. Estructura universal o matriz de producción de configuraciones que irradia la realidad viviente.






Pinturas de arena, de los originarios Navajos, S.O. de Estados Unidos. Dibujos que realizan los chamanes con pigmentos de colores de arena, en donde despliegan su cosmovisión mitológica, para invocar el poder sanador de los dioses a fin de curar al enfermo. Este se sienta en el centro de la obra para que el espíritu maligno, que causó su enfermedad, pueda ser reabsorbido por los dioses. Ellos enseñaron el arte de curar por los dibujos de arena.







Jorge Luis Borges (1899-1985). En L´hotel, París (1969), de pie sobre una estrella y una esfera. Lugar donde murió Oscar Wilde. Sus obras expresan un pensamiento circular.





Nudo borromeo: a partir del escudo de armas de los Borromeo, en el que simbolizaban la triple alianza de las tres ramas de la familia, Lacan da el nombre a un  anudamiento que permite mantener una identidad de vínculo de los términos y, a su vez, una diferenciación de los mismos. Permite establecer una distinción  entre ellos y darles nombres diferentes como lo real, imaginario y simbólico, siendo articulados por un cuarto que es el Nombre del Padre.




Zodíaco medieval (siglo XI). Biblioteca Nacional de París. El centro es ocupado por Cristo y a su alrededor giran los signos zodiacales. Cambio continuo de lo manifestado organizado por un centro.







Tapiz de la catedral de Girona, Catalunya, La creación (siglo XI). En el centro Cristo como pantokrator. Se representa desde los inicios del mundo hasta la creación de Eva.






Cola de hembra de pavo real. Su simbolismo fue usado en la mitología, en las religiones y en la alquimia para expresar la renovación y la transformación a través del cambio de plumaje.






Rosetón de la iglesia Santa María del Pi (siglo XIV), Barcelona. Rosa que se abre a la manifestación o la irradiación en torno a una centralidad.






Ouroboros, dibujo de un texto alquimista atribuido a Synesio, realizado por Th. Pelecan (1478). "El ouroboros, que devora su propia cola es un símbolo drástico para la asimilación e integración de lo opuesto, a través de su símbolo. Simultáneamente este proceso circular, es explicado como un símbolo de inmortalidad, esto es de renovación constante de sí mismo". (Jung, 1990:116).



Anillo de benceno que Agust Kekulé, descubre en 1858 a partir de un sueño en donde ve a la serpiente Ouroboros y que le proporciona la estructura anular.






 Fotografía de átomo de hidrógeno.









 Ondas circulares que se producen en el agua.









Pintura rupestre. Isla de Pinos, Cuba. Círculos y espirales.










Sardana, danza folclórica circular catalana.








Círculos de arena y piedras. Budismo zen.







Huevo órfico de la creación alrededor del cual se enrolla la serpiente cósmica.









"Vuelve la noche cóncava que descubrió Anaxágoras:
Vuelve a mi carne humana la eternidad constante
Y el recuerdo ¿el proyecto? de un poema incesante:
"Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras..."

J.L. Borges: fragmento de "La noche cíclica".



Bibliografía:


Agamben, G.: La potencia del pensamiento. Bs. As.: Adriana Hidalgo, 2005.

Albano, S.: Hölderlin, Heidegger y el Zen. Bs. As.: Quadrata, 2007.
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Borges, J.L.: El Aleph (1947), en Obras Completas. Bs. As.: Emecé, 1980.
Borges, J.L.: Otras inquisiciones, 1952 en Obras Completas. Bs. As.: Emecé, 1980.
Didi-Huberman, G.: La imagen superviviente. Madrid: Abada, 2009.
Doczi, G.: El poder de los límites. Bs. As.: Troquel, 1969.
Guenón, R.: Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Bs. As.: Eudeba, 1965.
Heidegger, M.: Sendas perdidas. Bs. As.: Losada, 1960.
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Jung, C.G.: Recuerdos, sueños y pensamientos. Bs. As.: Seix Barral, 1957.
Jung, C.G.: Misterium coniuctionis (vol. II). Petrópolis: Vozes, 1990.
Jung, C.G.: Arquetipos e inconciente colectivo. Barcelona-Buenos Aires: Paidós, 2014.
Maleval, J.C.: La forclusión del Nombre del Padre. Bs. As.: Paidós, 2002.
Otto, R.: Lo sagrado. Bs. As.: Claridad, 2008.
Trevi, M.: Metáforas del símbolo. Barcelona: Anthropos, 1996.
Wajcman, G.: El objeto del siglo. Bs. As.: Amorrortu, 2001.