lunes, 12 de noviembre de 2012

El mito del héroe en Jung a través de una pintura de Guido Reni.


Guido Reni: David con la cabeza de Goliat. (1604/6).


En "Recuerdos, sueños y pensamientos", Carl Gustav Jung relata que durante su adolescencia pasaba largo tiempo contemplando una copia del "David con la cabeza de Goliat" de Guido Reni (1575-1642). Esta pintura, que se hallaba en la casa parroquial de Klein-Hüningen (Basilea), donde vivía con sus padres y hermana, parecía ejercer una especial fascinación. Creemos que ella se convertía en un símbolo de profundas vivencias que por entonces comenzaba a manifestarse en el joven Jung, además de ser esbozos y gérmenes de futuros desarrollos psicológicos. 
Aquella se tornaba un relato simbólico, es decir en la dramatización  de una dinámica libidinal que expresaba una de las tantas formas arquetípicas del mito de héroe. Mito que será central en la vida y obra de Jung, como una imagen rectora en su transcurrir existencial haciéndose destino. Potencia de vocación que también se hace guía en la vida de Freud, aunque en él la configurara la imagen del Moisés bíblico
La pintura muestra a David derrotando a Goliat, cortándole la cabeza al filisteo y que señala, simboliza, la lucha que en esos años de adolescencia comienza a tomar forma entre ese joven Carl Gustav y lo que representaba la imagen de su padre, pastor protestante. Joven -y es de recordar que en alemán esta palabra se dice Jung-, "mata" la dependencia de la figura paterna. Posibilidad de adultez, de un pensar por sí mismo (no es casual que corte la cabeza de Goliat), de un momento fundamental en el proceso de individuación, de encontrar un camino propio más allá de la autoridad del padre. David vence a Goliat, lo inconciente terrible paterno, pero que también hace a su propia violencia, a la que se simboliza durante una fase que puede entenderse como iniciática en esa búsqueda adolescente de su propia identidad.
Vínculo difícil, conflictivo, y que se vivía como restrictivo en lo intelectual, y que posteriormente resurgirá en su relación con  Sigmund Freud. Ahí también pareciera que Jung necesitara, como el        
joven David, afirmar su transitar singular y para ello es imperativo que vivenciara y asimilara el arquetipo del héroe que vence al ogro-padre que impide la realización de sí mismo.
No es por azar que el libro que llevó a la ruptura con el maestro vienés, publicado en 1912/3, tratara sobre el relato del héroe y que tituló "Transformaciones y símbolos de la libido". Ahí dio comienzo su peculiar manera de entender la psicología, del encuentro y descubrimiento de todo un universo de arquetipos que conforman el inconciente colectivo, de esas imágenes y fuerzas universales y que son, tal vez, el núcleo de su pensamiento.
La pintura que desde niño lo asombraba, se muestra como una de esas imagos que guían el proceso de llegar a ser quien se es, de luchas y sacrificios, tanto del héroe-Jung como de lo que simbolizaban su padre y, años más tarde, Freud. Camino que denomina individuación, jalonado de símbolos que aparecen en la cultura, en el arte y en la psique de los hombres y que otorga, en la medida en que puedan ser comprendidos e integrados concientemente, un sentido que se hace vital. Superación de dogmatismos, tanto familiares como psicoanalíticos, en una dialéctica que lleva a descubrirse como singularidad. Pintura que constela toda una cadena de imágenes arquetípicas, conviertiéndose en la posibilidad de elaborar vivencias conflictivas de los sujetos en un encuentro dialéctico que proporcionan los tesoros de la cultura.