lunes, 12 de noviembre de 2012

El mito del héroe en Jung a través de una pintura de Guido Reni.


Guido Reni: David con la cabeza de Goliat. (1604/6).


En "Recuerdos, sueños y pensamientos", Carl Gustav Jung relata que durante su adolescencia pasaba largo tiempo contemplando una copia del "David con la cabeza de Goliat" de Guido Reni (1575-1642). Esta pintura, que se hallaba en la casa parroquial de Klein-Hüningen (Basilea), donde vivía con sus padres y hermana, parecía ejercer una especial fascinación. Creemos que ella se convertía en un símbolo de profundas vivencias que por entonces comenzaba a manifestarse en el joven Jung, además de ser esbozos y gérmenes de futuros desarrollos psicológicos. 
Aquella se tornaba un relato simbólico, es decir en la dramatización  de una dinámica libidinal que expresaba una de las tantas formas arquetípicas del mito de héroe. Mito que será central en la vida y obra de Jung, como una imagen rectora en su transcurrir existencial haciéndose destino. Potencia de vocación que también se hace guía en la vida de Freud, aunque en él la configurara la imagen del Moisés bíblico
La pintura muestra a David derrotando a Goliat, cortándole la cabeza al filisteo y que señala, simboliza, la lucha que en esos años de adolescencia comienza a tomar forma entre ese joven Carl Gustav y lo que representaba la imagen de su padre, pastor protestante. Joven -y es de recordar que en alemán esta palabra se dice Jung-, "mata" la dependencia de la figura paterna. Posibilidad de adultez, de un pensar por sí mismo (no es casual que corte la cabeza de Goliat), de un momento fundamental en el proceso de individuación, de encontrar un camino propio más allá de la autoridad del padre. David vence a Goliat, lo inconciente terrible paterno, pero que también hace a su propia violencia, a la que se simboliza durante una fase que puede entenderse como iniciática en esa búsqueda adolescente de su propia identidad.
Vínculo difícil, conflictivo, y que se vivía como restrictivo en lo intelectual, y que posteriormente resurgirá en su relación con  Sigmund Freud. Ahí también pareciera que Jung necesitara, como el        
joven David, afirmar su transitar singular y para ello es imperativo que vivenciara y asimilara el arquetipo del héroe que vence al ogro-padre que impide la realización de sí mismo.
No es por azar que el libro que llevó a la ruptura con el maestro vienés, publicado en 1912/3, tratara sobre el relato del héroe y que tituló "Transformaciones y símbolos de la libido". Ahí dio comienzo su peculiar manera de entender la psicología, del encuentro y descubrimiento de todo un universo de arquetipos que conforman el inconciente colectivo, de esas imágenes y fuerzas universales y que son, tal vez, el núcleo de su pensamiento.
La pintura que desde niño lo asombraba, se muestra como una de esas imagos que guían el proceso de llegar a ser quien se es, de luchas y sacrificios, tanto del héroe-Jung como de lo que simbolizaban su padre y, años más tarde, Freud. Camino que denomina individuación, jalonado de símbolos que aparecen en la cultura, en el arte y en la psique de los hombres y que otorga, en la medida en que puedan ser comprendidos e integrados concientemente, un sentido que se hace vital. Superación de dogmatismos, tanto familiares como psicoanalíticos, en una dialéctica que lleva a descubrirse como singularidad. Pintura que constela toda una cadena de imágenes arquetípicas, conviertiéndose en la posibilidad de elaborar vivencias conflictivas de los sujetos en un encuentro dialéctico que proporcionan los tesoros de la cultura.

lunes, 27 de agosto de 2012

De la manera en que un enano oligofrénco le salvó la vida a Sigmund Freud.

Diego Velázquez: Don Sebastián de Morra. (1645).



Los devenires de la vida van adquiriendo un diseño, un dibujo, un esquema o forma, y donde en principio pareciera que son azarosos,  cuando se los mira desde cerca se cargan de sentido.
Momentos críticos, de pasaje, situaciones límite, como las llamaría Jaspers, se convierten en núcleos vitales que condensan sentido.
Y así es que pueden pensarse en una serie de sucesos significativos en donde se vio involucrado Sigmund Freud y que, creemos, no le pasaron desapercibidos.
El 20 de abril de 1923 Freud es operado de leucoplasia en Viena, en el hospital de Hajek. Se le resecciona el paladar derecho anterior con apertura del seno maxilar. Es de resaltar que la clínica carecía de comodidades para esa operación y luego de dos horas de efectuada la misma, el maestro vienés es acostado en una camilla en una sala no preparada para la convalecencia. Mientras tanto la herida del paladar se le abre y comienza a sangrar de manera profusa. Freud había concurrido solo, nadie del personal se hallaba en ese momento y comenzó a ahogarse por la sangre. Incapaz de moverse, le salva la vida un enano oligofrénico que estaba a su lado y que salió a pedir ayuda.
Estos hechos, pensamos, tienen un profunda significatividad o sincronicidad, y en donde uno de los mayores pensadores de todos los tiempos es salvado por un débil mental y del cual no se sabe siquiera su nombre. Esta circunstancia no dejó indiferente a Freud ya que hizo colocar en la sala de espera de su consultorio, una reproducción de Velázquez de aquellas extraordinarias pinturas que realizó sobre enanos.
Ahora bien y a fin de acercarnos a lo conjetural del ensayo, es interesante pensar que ese día del 20 de abril de 1923 y donde asomó de manera clara el rostro de la muerte, los hechos adquieren un sentido que rompe con lo habitual y que no son extraños al acto psicoanalítico. El sabio vienés, herido en el órgano que emite la palabra y que siendo esta la apertura a un universo desconocido, que posibilita la cura, es salvado por un enano oligofrénico, alguien de pocas capacidades para reflexionar.
Así es que lo simple, lo débil, lo despreciado, lo que se rechaza,  se hace sanador. Pero aquí es donde tal vez se nos permita pensar en el sentido de estas situaciones, ya que esto que sucedió es semejante a lo que descubre el psicoanálisis. Es decir la manifestación de lo que rompe con lo continuo, el traspié, el fallo: herida que se abre, la sangre que lo ahoga, un oligofrénico que sabe lo que debe hacer. Pero también enlace asociativo con un sueño que tuvo Freud veintiocho años antes (1895) y que es uno de sus más estudiados, El sueño de Irma, pero que ahora toma cuerpo en lo real, no ya en el paladar de su antigua paciente y que tenía las placas blancas semejantes a las que tuvo Freud y que motivó su operación, sino en el suyo, en su propia corporeidad.
Tiempos y espacios que se relativizan y que ocurre cuando hacen presencia las formaciones de lo inconciente, los sueños, los tropiezos, cargándose con núcleos de sentido.
La práctica analítica escucha aquello que es despreciado -como el enano oligofrénco-, y así presta atención al sueño, al error en el habla, al gesto discordante, al recuerdo encubridor, a lo que dice el cuerpo y que por todo esto pone en cuestión la razón instrumental, la imagen narcisista del yo que cree ser quien cree ser.
Lugar de lo que rompe con lo acostumbrado, del corte o del acontecimiento. Cuestionamiento de la identidad fija y que abre a una multiplicidad de sentidos.
Así ese día del 20 de abril de 1923 en que pareciera que se hubiera dado una conjunción de muchas perspectivas que desencadenaron un acontecimiento cargado de sentido, lo que sorprende. Discontinuidad, crisis por un evento imprevisto, diversidad de miradas que cuestiona el narcisismo de un yo inflado de megalomanía. Situaciones límite, cercanía de la muerte, diagnóstico de cáncer, pero también la muerte ese mismo año de su nieto Heinele, reaparición en lo real de ese sueño de 1895, en donde busca evitar hacerse responsable de los errores cometidos con su paciente Irma, relación con su hija, con su esposa. Circunstancias que no son ajenas, sino que se entrelazan, en que el tiempo y el espacio se relativizan, como en lo inconciente, donde lo que irrumpe, como ese enano oligofrénco salva, salus, se hace íntegro. Mirada a lo nimio, a otras formas de pensar donde no estoy yo, sino que eso habla con sus particularidades de estructura, distinta de la vida conciente. Semejanza con aquel viejo rey pescador en uncastillo donde había un grial y que herido en su muslo solo será curado por un jóven de corazón puro, un sabio-tonto, un Parsifal. Cercanía de lo simple, de lo que es antiheróico, para llegar a ser quien se es.

jueves, 5 de julio de 2012

Violencia de género: ¿Por qué algunos varones prenden fuego a algunas mujeres? ¿El retorno del Santo Oficio de la Inquisición?.

Goya: Los Caprichos (68).

Durante los últimos años han comenzado a propagarse una serie de crímenes y lesiones gravísimas ejecutadas por varones hacia sus parejas mujeres y que consisten en prenderlas fuego. Es llamativo que a pesar del gran impacto y difusión a partir de la propagación que hacen los medios de comunicación, no solo no han disminuido ni se han sostenido en el tiempo, sino que se han incrementado. Así durante lo que va del primer semestre del año 2012 hay tantos asesinatos como en el 2010 y el 2011 respectivamente.
Violencia extrema y que adquiere un matiz que hace a una serie de datos que vuelve necesario un abordaje psico-socio-cultural-histórico. Pero lo que nos resulta llamativo es que pareciera que se retoma, con estos crímenes, una vieja forma de destruir el cuerpo femenino y que hacen pensar de alguna manera, en los procesos muy virulentos que se llevaron a cabo durante la inquisición, en especial durante los siglos XVI y XVII en Europa, en que se perseguía y se quemaban en la hoguera a quienes se las acusaba de brujas.
La inquisición juzgaba con toda severidad a quienes practicaban la brujería, siendo mayoritariamente mujeres a quienes se las acusaba de aquella práctica. Su magia era muy temida ya que se les asignaba la producción de toda una serie de perturbaciones en la esfera de la sexualidad como la impotencia, la esterilidad, abortos, su capacidad para prestar su cuerpo de mujer a los demonios, etc. Ante esto uno de los medios que se usaba, y que se entendía que poseía la mayor eficacia, era el de ser quemadas en la hoguera. El fuego era pensado como purificador.
Pero aquí es donde nos parece que es necesario hacer algunas reflexiones, ya que aquel se empleaba como una forma de hacer frente a lo que se entendía como una amenaza peligrosa. Y pensamos que en esto es donde se puede percibir el choque, el conflicto entre dos fundamentos y que son el patriarcal y aquel ligado a las antiguas prácticas brujeriles que tenía una importancia muy significativa y que remitía a los restos de arcaicas culturas matriarcales. La bruja es otro principio, diferente del solar-masculino, y que está ligado a la magia, a lo lunar, lo que ahoja, a lo fascinante y numinoso de la sexualidad y fecundidad, de la regeneración, lo infernal de lo oscuro y que siempre se ha pretendido controlar y reprimir por las religiones monoteístas y patriarcales. 
Ese principio era al que estaba perseguido por las hogueras inquisitoriales, donde se juntaban el temor y la fascinación por aquello que no encaja en la racionalidad del logos. Universo de lo femenino al que se intenta desplazar por la "purificación" ígnea, pero que desestabiliza la razón instrumental y que sus síntomas son los momentos paranoides que surgieron durante las persecuciones, rompiendo con la racionalidad que se declaraba a través de todo un andamiaje jurídico muy complejo.
Y aquí es donde nos parece que aquello se actualiza en los crímenes que se han dado últimamente en Argentina, donde reaparece todo un simbolismo que se pretende para hacer frente a eso que se teme y que se convierte en muy difícil de entender para los agresores, y que es la expresión por parte de la mujer de todo un universo arquetípico que manifiesta a lo femenino y que diversas culturas le han dado el nombre de Yin, lo lunar, el de las divinidades ligadas al agua, la tierra, la noche, Kwan Yin, Hécate, Démeter, Coatlicue, Diana, Afrodita, Pacha Mama, etc.

Pero para acercarnos más a estas situaciones de agresión es necesario abordar la fascinación que produce el fuego, y que su conquista junto al lenguaje, se constituyen en dos de los instrumentos principales para que el hombre acceda a la cultura. Así muchos mitos destacan este suceso fundante atribuyendo a un personaje heroico quien hizo su entrega a los hombres, siendo además el resultado de un robo a los dioses, que eran sus únicos poseedores. Por ello y por su numinosidad es que tenía ser tratado a través de rituales muy elaborados, ya que era propiedad de lo divino o de lo demoníaco.
Así Yavhé se le aparece a Moisés en el monte Sinaí como una zarza ardiente, pero también no deja de usar el fuego para destruir ciudades o, ya en el nuevo testamento, lo hace en forma de lenguas de fuego de inspiración, durante pentecostés. Prometeo hurta el fuego a Zeus, pero también el ave fénix renace desde sus propias llamas. Los herreros, los alquimistas y los alfareros también eran vistos como personajes de una cierta peligrosidad por el manejo que  hacían del fuego y de ahí su carácter ambivalente.
Así es que ese elemento se convierte en una fuerza benéfica pero también destructora y peligrosa. Cuando el hombre  pretende arrogarse cualidades de Dios, como poseedor a su antojo de esa energía, que se siente su propio padre sin relación con los ancestros del saber y así renegando de la función simbólica, nos acercamos a aquellos que se imaginan con poder para usar el fuego a fin de destruir a un semejante.
Pero, y esto es lo paradójico en los casos de agresores que han dado muerte a sus parejas mujeres, todo lo anterior pareciera constituirse como una carencia, un sentir la falta de ser y la que no se puede asumir en un goce carente de satisfacción. Personalidad perversa  que intenta a través del fuego generar una intensidad sexual en otro y que siente que no puede. Debilidad, vacío, encierro, sin deseo ni imaginación. Cercanía con el pirómano que en su acto incendiario no es infrecuente que culmine con la masturbación autoerótica. Envidia de la mujer a la que siente que él, y por eso la perversión, no puede acceder a un placer que le está vedado
Escasa capacidad de un pensar creador, de la rapidez iluminante y de una masculinidad fallida y que pretende lograrla a través del pasaje al acto.
A su vez, lucha contra la feminidad, contra aquello peligroso, lo húmedo, acuoso, inconciente, y a lo que hay que secar y quemar, como en los antiguos procesos de la inquisición. Personalidades perversas, que no pueden tolerar sin fragmentarse la ruptura de una relación dual, ya que no hay otro sino solo mismidad de un uno imposible de totalidad.
Violencia que intenta acabar con un objeto arcaico, primario, ya perdido, materno, y que quizá nunca supo de la calidez del amor y que ahora se reactualiza en trauma imposible de tolerar. Inflamación del eros que se convierte en incendio en lo real, sin espacio para la búsqueda del símbolo. Repetición de lo mismo y aniquilante.
Por ello es que, y nuevamente, nos resultan llamativos estos tipos de crímenes en donde parece que se recuperan antiguos ritos de asesinato de mujeres, tales como las de aquellas hogueras de la inquisición que ardían para quemar a quienes eran consideradas peligrosas, brujas, para una masculinidad que se enmascara de poder y al que no puede arribar a una ley donde se abra al semejante y a lo creador de lo femenino.

viernes, 11 de mayo de 2012

La reelaboración del mito del minotauro en "Los Reyes" de Julio Cortázar.

Pablo Picasso: Minotauro.



En el año 1948 Julio Cortázar publica un poema dramático al que titula Los Reyes. Ahí retoma el mito griego del laberinto en donde Teseo deberá matar al minotauro, pero establecerá un modo diferente de elaboración del mismo, dándole una impronta singular, y sin dejar de mencionar que es la primera vez que el autor usa su nombre real para firmar sus obras.
Ahí ya no será el joven héroe que, espada en mano, enfrentará al monstruo que devora a los adolescentes griegos como tributo sacrificial al monstruo cretense, sino como la expresión del poder, de la regencia, y que tendrá que cumplir un mandato al que lo obliga la tradición de su estirpe, de imperativos que le llegan más allá de él mismo y al que lo encarcelan tanto como al minotauro. Así en uno de sus parlamentos dice Teseo que él es solo un movimiento y una fuerza  sin lenguaje y sin designios y que "los héroes odian las palabras".
Es decir, que Cortázar pone en primer plano un personaje que hace de la acción, del cumplir una exigencia distante del acto reflexivo lo fundamental de su accionar y al que una vez se refirió en un entrevista como fascista.
Pero lo importante de la obra es hay dos personajes que se manifiestan como dos formas de ser, de pensar, actuar y sentir, que entran en conflicto, pero que también hacen a dos instancias que pueden entenderse como constituyentes del psiquismo. Así el minotauro, narra Cortázar, está encerrado en el laberinto y Teseo penetra en él para darle muerte, pero allí este descubre que los jóvenes, que en principio eran víctimas sacrificiales, están jugando. Espacio no de la muerte sino de lo lúdico, de lo que desestructura a través de una multiplicidad de significaciones al mundo unívoco de poder. Ámbito de la poesía, del soñar, de la paradoja, de un crear para confrontarse y asimilar imágenes y dinámicas que hacen a lo que angustia, a lo doloroso pero también de lo nuevo, y por esto al abrirse a una experiencia de devenirse sí mismo. Espacio donde se gestan las metáforas y los símbolos, los mitos personales y colectivos.
 Lugar de tránsito, de pasaje, de muerte y de renacer.Posibilidad de pensar, de interrogar y de elaborar los imágenes simbólicas, de un entablar un vínculo con lo que comienza a gestarse y que luego se hará creación artística. Minotauro que tiene cualidades de poeta, de  diferente y que por ello es marginado, encerrado. 
Minotauro-sombra que habita en lo oscuro, en las profundidades del laberinto-útero. Lo no realizado, lo que no encaja con los valores establecidos por el canon. Lo que no es valorado por las sociedades de la competencia pero que posiblita un desarrollo de destino o mejor dicho de vocación.
Fuente de creatividad, gérmenes vitales que pugnan por advenir a una forma. Lo negativo que se expulsa y se ubica en el semejante al que se combate y denigra en un juego de dobles en espejos reflejantes. Hybris que denuncia el aislamiento y amurallamiento de un yo de dominación y de la eficiencia instrumental en una circularidad mortífera donde no se ve al otro, sino la duplicación de lo mismo. 
Por esto es que puede pensarse a Teseo como expresión de un yo de  ficción y narcisista, ilusorio, y a quien le es necesario, para sostener su máscara, la destrucción del semejante que lo refleja.
Ahora bien, quien está en el laberinto, el minotauro, aparece como  lo rechazado, lo reprimido, lo escondido, y que Cortázar configura como la manifestación de lo distinto del poder y de la fuerza de los reyes. Minotauro que caracteriza al que no responde a una razón-productiva-económica de lo habitual, sino al universo de la imaginación. Ámbito de lo onírico, de las imágenes y fantasía que impele a la exploración de lo nuevo, a dejar rígidos mandatos narcisistas superyoicos que anulan lo singular.
Minotauro ocultado, reprimido, en el laberinto-prisión, que no encaja en lo cultural-productivo-alienante de lo establecido. Lo oscuro que cuestiona lo que deslumbra a un yo de dominio. Vaso alquímico que contiene la prima materia como un cúmulo de potencialidades a plasmar en un proyecto vital y en contacto con esos símbolos arquetípicos que dan sentido a la existencia. Desalienación del poder que se convierte en cárcel de encierro y de omnipotencia. Cuestionamiento de un logos-falocéntrico-patriarcal y donde la inversión establece nuevos puntos de vista, descenso a lo oscuro pero no para detruírlo con la espada-falo sino para asimilarlo y desarrollarlo en una dialéctica através de las expresiones simbólicas arquetípicas. Artista que sale de lo común y que se arriesga a la exclusión, aunque sabiendo que inicia un camino propio y singular, del llegar a ser quien se es.

martes, 27 de marzo de 2012

Madres Asesinas.

Diosa Kali, la negra.

Las circunstancias conmueven y horrorizan, pero también pueden convertirse en estímulos para la reflexión y el pensar. Frecuentemente se desencadenan fuerzas ciegas que llevan a los hombres a acciones terribles, homicidas, y en donde pareciera que estuvieran poseídos por "espíritus" de la destrucción y del sufrimiento.
Aunque esto nos permite entender que son constitutivas de su psiquismo y a considerar que la única forma de pretender quitarles algo de su poder son la maneras, la formas simbólicas que los hombres se han dado para que no los impulsen repetitivamente al caos y a la ruina. Estas son las que devienen arte y que se hacen como la ocasión para su transformación y sublimación, en una vivencia que pone en juego a todas las cualidades de lo humano al confrontarse con lo "demoníaco".
Por ello es que las creaciones del arte siempre se han ubicado en lo producción de un espacio que trasciende a lo profano y que se constituye en sagrado, en donde las más oscuras fuerzas puedan ser transformadas. Así es que adquiere importancia central, la gestación de formas artísticas que son la oportunidad para desintoxicar esas emociones que no se hallan bajo el control de los hombres, tal como un recipiente alquímico o un lugar en el escenario del rito.
Los mitos, las obras literarias, los sueños colectivos y personales, el arte en sus diferentes manifestaciones, se hacen expresiones de escenas profundas, conflictivas y hasta horrorozas, pero que ponen "ante los ojos" de los pueblos su dramaticidad, y por lo tanto, la oportunidad de asimilarlas e integrarlas a fin de que no pueden ejercer su dominio mortífero.
Por esto y de muy especial importancia, es ese género genial y al que los griegos llamaban tragedia. Desde sus orígenes estuvo ligada a lo religioso, primordialmente al dios Dionisos y a su sacrificio y siendo de tal importancia que Aristóteles entendía que poseía un sentido catártico, es decir de una purificación de las pasiones más terribles.
Eurípides en el siglo V a.C., escribe una de sus principales obras, Medea, donde pareciera aludir a todo un mundo arcaico que se encuentra bajo las máscaras de la sociedades patriarcales y racionalistas. Medea, personaje que retorna desde y al abismo primordial, en que escenas terribles y vivas, son la materia del arte pero también del psicoanálisis, posibilitando experienciarlas y, por lo tanto, que ejerzan su efecto de catarsis, de purificación, ampliando la conciencia de los hombres en sus luces y en sus sombras.
La cultura patriarcal se extraña cuando una madre asesina a sus hijos, ya que alienta y percibe solo algunas facetas unilaterales de lo femenino, específicamente lo bondadoso y nutriente del arquetipo del la Gran Madre. Por ello es que las creaciones simbólicas y culturales muestran otras realidades que subyacen a esa conciencia patriarcal, que cree que la realidad es lo que imagina que es através de sus máscaras encubridoras y autocomplacientes del narcisismo.
El tesoro que es la memoria colectiva y que son los mitos, han puesto en evidencia, para quien se interese en indagar su sentido, que esas imágenes y símbolos son parte constitutivas del psiquismo de los hombres, es decir de su universo arquetípico. Así la figura de la madre que asesina a sus hijos es representada por mitologías tan diversas como la escandinava y en donde la diosa Frica lo intima a su esposo Wotan para que haga morir a Segismundo, hijo de este y que había procreado con otra mujer. La deidad mexicana Coatlicue se la representa rodeada de cráneos de personas sacrificadas, al igual que la hindú Kali, que demandaba la sangre humana. Dentro de la literatura de los cuentos, es de recordar a Hansel y Grethel, donde una bruja-madre, pretende devorarlos, de manera semejante a la abuela-lobo de Caperucita Roja.
Pero se le debe al genio de Eurípides haber plasmado en su tragedia Medea, cómo una madre que es abandonada por su hombre, Jasón, asesina a sus hijos, a la futura esposa de aquel y a quien hubiera sido su suegro.
Mujer que busca que desaparezca su descendencia a fin de retornar a una Nada, al deseo de un no deseo, a un estado fusional mítico en donde no habrá separación. Mujer despechada, es decir sin pecho, que no da de mamar. A-mazon: la que no tiene pechos; amazona, la que castra el seno, la que se baña en una orgía de poder y matanza. Como aquellas, mujeres que dan muerte a sus hijos varones y dejan vivir a las hijas, en una vuelta al telurismo matriarcal de fuerzas elementales, donde al varón se lo castra, y más si el hijo asesinado es parecido al padre. Lady Macbeth, que aborrece de su seno para hacerse asesina de los hijos que podría haber tenido.
Mujeres que abjuran de lo simbólico, del Nombre del Padre, del Espíritu, que se convierten en naturaleza que devora y que apaga la conciencia. Madres que ahogan en una bañera a su hijo, llevándoselo nuevamente al líquido amniótico primordial de donde surgió. Consumación de un incesto ourobórico, donde el hijo es cosa-falo de la madre, pero también destrucción de ella misma, ya que aquel es su producto.
Vaso, receptáculo, pero no para alojar a la vida que vendrá, sino para que retorne a lo primordial de lo inorgánico, al caos antes del cosmos. Estrato matriarcal, inconciente, infierno que destruye y deja sin futuro ni posibilidad, como es el hijo, potencialidad y proyecto, para devenir puro hueco que chupa. Agujero negro. Imágen de desecho, de devaluación insoportable y que la otra, la rival, la anula en un reflejo especular que la fragmenta. Pérdida del varón que la sostenía protésicamente, y que ahora se ve confrontada a quizá su propia madre en un abrazo mortífero y criminal.
Frente a estas imágenes y dinamismos, el arte, como el psicoanálisis, se constituyen como un medio de reflexión, de dar una forma a lo caótico e informe de esas profundidades inconcientes de lo femenino y primordial, Madre Terrible, ya que son anteriores a lo masculino, paterno y patriarcal. La cultura, los sueños, los mitos y el arte en general, son las maneras para tratarlas, de tomar conciencia de lo que se posee para no ser poseído. Eurípides plasmó de forma genial y da la ocasión para saber lo que constituye a los hombres y mujeres, a fin de que se piense y no se actúen estas escenas, ya que son los medios con los que se pueden elaborar los momentos de sufrimiento y desamparo. El arte se convierte en lo que permite digerirlos, como una madre que ante el dolor de su hijo se acerca ensoñándolo y como tal vez, la mejor manera de brindarle su amor. Cultura que da que pensar y crear.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Una lectura del cuento "Deutches requiem" de Jorge Luis Borges.

William Blake: El gran dragón rojo y la mujer vestida de sol. (1806/9).


El primero de marzo del año 1939, Otto Dietrich zur Linde, oficial del ejército alemán, es mutilado de su pierna en un atentado en las cercanías de una sinagoga en Tilsit. Su invalidez lo destina a desempeñar el cargo de subdirector del campo de concentración de Tarnowitz, definiéndose él mismo como asesino y torturador.
Su actitud es la acabar con cualquier sentimiento de piedad y misericordia ya que se iniciará, según él, una nueva era donde no habrá lugar para aquellos valores, ya que advendrá el superhombre. Por esto es que cuando arriba al campo el poeta judío David Jerusalem, y a quien admira, lo conduce a la locura y al suicidio el primero de marzo de 1943. Entonces, y ante sus crímenes, escribe estas memorias, ya que espera su muerte por un tribunal que lo juzgará por crímenes de guerra.
Esta sucinta sinopsis de la trama argumental nos lleva a intentar un análisis psicológico de sus personajes y de la acción entre ellos y que, creemos, se muestra de interés para la comprensión de la dinámica psíquica.
En primer lugar hay que señalar que el cuento, que pertenece a "El Aleph", personifica una dialéctica especular, donde las dualidades son constantes. Así es que establece nombres que van en parejas como Brahms/Schopenhauer, Spengler/Nietzsche, Platón/Aristóteles y muy especialmente David Jerusalem/zur Linde.
Este último, que reconoce y sabe del valor del poeta, Borges lo describe como mutilado de una pierna, y hasta tal vez, castrado. Cuerpo fragmentado, desmembrado, sentimientos de minusvalía pero también de una castración que aparece en lo real, distanciándose den un registro de lo simbólico que abre a la cultura, a los valores y a la ética. Circunstancia esta que se transforma en un mandato para el goce, que no establece límites y que lo lleva al crimen y a su propia destrucción, donde él mismo se asesina, según expresa en el texto, y como manera de negar su mutilación haciéndosela padecer a otro. Omnipotencia y omnisciencia a fin de negar el sufrimiento de su carencia.
Es interesante señalar que el poeta muere el mismo día en que zur Linde había perdido su pierna unos años antes, por lo que alude a una dialéctica especular entre ambos. Así un asesino se destruye a sí mismo pero que a su vez es el otro.
Falta de simbolización que conforma un destino implacable y que el mismo oficial nazi apela a Schopenhauer para sustentar que todos los hechos de la historia llevan un determinismo que los encamina a lo que debe suceder. También enumera a varios de sus antepasados que murieron en guerras, situación que indica que existe un imperativo que se transmite desde varias generaciones y que impele a la muerte sacrificial.
Mandato superyoico que pretende aplastar al deseo y que se lo personifica en el par zur Linde/Jerusalem. Ancestros que impulsan a un sacrificio mortal y que desubjetiviza. Puro acto de sometimiento, de acatamiento a un pasado que se presentifica como un cuerpo extraño y traumatizante. Posesión de una idea que hace desaparecer al sujeto y que es muy semejante a lo que le acontece al Raskolnikov de Dostoivsky en Crimen y Castigo.
Dos partes, en donde una subyuga a la otra en vistas a que se cumpla un destino preparado por otros. Así como un arconte gnóstico o como el dios de los tullidos y mutilados, Saturno y que, hecho paradójico, era astrológicamente el dios de los judíos, el dios oscuro y demiurgo que destruye, y que no es ajeno en la obra de Borges a toda una serie de personajes que mantienen una cadena asociativa vincular fonética. Así el Zahir, cuento fundamental en la obra de Borges, como símbolo de lo dogmático, lo unilateral o como aquellos que serán los demoledores de la casa donde está El Aleph, Zunino y Zungri y sin olvidar a Emma Zunz en otro de sus relatos. Todos estos nombres tienen alguna relación con el nombre zur Linde y que entendemos, se establece como un personaje simbólico, como el que lleva al final algo, y que no es casual que todos sus apellidos comienzen por la letra Z, última del alfabeto. Pero también es un símbolo David Jerusalem y que alude al rey, poeta y músico hebreo. Pero lo que llama la atención es que en el cuento, Borges asimismo hace una extraña referencia al rey David, en un suceso en donde ordena la muerte de un semejante para descubrir que es él mismo.
Así hay un permanente juego de lo especular en que se acentúa que un principio, un símbolo, zur Linde, y que expresa lo que fascina, a lo que se impone desde un pasado que pretende mantenerse intemporal, dogmático y repetitivo, intenta destruir a lo creativo, a lo poético que personifica David Jerusalem (es de señalar que la ciudad santa es un centro, un punto sagrado, tal vez un Aleph).
Figura que señala a la búsqueda de un goce que lleva a la muerte del semejante, de un mantener la ficción de un Otro completo y al que se ofrenda la vida ajena y la propia. Fascinación que no soporta la conciencia del propio camino, del propio deseo.
Para terminar, es necesario mencionar la influencia que la cábala tuvo en la obra de Borges, y donde en ese sistema de pensamiento se discurre acerca de que la presencia del mal se convierte en tal cuando se hace autónoma, cuando se desliga de su otro principio, cuando no establece un dialéctica con el bien (el poeta judío). Por ello, zur Linde/David Jerusalem o el Zahir/Aleph y que expresan imágenes y dinamismos del psiquismo humano. Tendencia del hombre a desechar aquello que voca, su vocatus (zur Linde decía que era ajeno a la violencia en su fuero íntimo) para convertirse en un instrumento del goce de un Otro en una mortífera carrera. Máscaras narcisistas para encubrir una mutilación que se vive como inferiorización a la que no se tolera y por lo cual se destruye al semejante. Pero también como una muy inquietante propuesta del futuro, ya que finaliza diciendo que los vencedores de la segunda guerra serán los realicen el destino por el cual los nazis se han sacrificado, mutilando los valores que hacen a la piedad, la misericordia y el amor.

lunes, 9 de enero de 2012

Los vínculos familiares a través de "La tempestad" de Giorgione.

Giorgione: La tempestad (1507). 82 x 73 cms.


El arte a través de sus imágenes permite que las formas adquieran una multiplicidad de sentidos, de lecturas diversas y adquiriendo un carácter de símbolo. Así la pintura que realiza Giorgione (1478-1510), "La tempestad" (1507), nos servirá para intentar una aproximación a una obra que desde sus inicios postuló ya una variedad de interpretaciones y que van desde lo religioso a lo mitológico, a lo alquímico.
Por ello es que pensamos que, desde una particular perspectiva que hace a la psicología analítica, podemos intentar una reflexión sobre una temática dificultosa como es la de los vínculos familiares.
La pintura es una apertura a investigar su sentido, ya que podrá acercarnos a aquel fenómeno tan complejo. Allí se observa una atmósfera de misterio e indefinición, y por ello es que se hace tan atractiva, y en donde los personajes despliegan una llamativa singularidad, aunque siempre en una relación. Circunstancia que implica a un pintor, que a través de su arte abre a un espacio donde las imágenes y las dinámicas psíquicas pueden desplegarse y suscitando una investigación. Lo que ocurre en una familia es simbolizado a través de una forma que deviene anímica. Distancia y lugar para pensar.
Así a la izquierda, se ve a un joven de pie y sosteniendo una vara, con una chaqueta color roja mirando a una mujer desnuda que amamanta a un bebé. Cada uno de ellos mantiene un espacio propio y con funciones diferenciales. En el varón resalta en primer plano, un símbolo fálico como la vara y el color de su chaqueta, roja, que alude a lo masculino de la acción, de lo que abre camino, lo viril y solar. A su lado la mujer desnuda sentada sobre la tierra y llevando una cofia de color blanco-lunar, da de mamar al hijo.
Es interesante señalar como un río los separa, circunstancia que permite pensar que se establece una distancia simbólica y creativa entre ellos, donde cada cual desarrolla su propio ámbito psíquico sin fusiones alienantes. Situación que posibilita entender que pueden sobrevivir sin la presencia de un significante fálico que anula el desamparo.
Pero si se mira la profundidad del cuadro, es posible observar que sobre el río se muestra un puente, es decir aquello que une, que conecta al varón y a la mujer. Símbolo que hace transitar desde uno al otro sin perder su singularidad y que puedan acercarse uno al otro sin enajenarse.
Asimismo el agua que fluye indica la vida, la temporalidad que discurre sin fijezas repetitivas que conforman la pervivencia de vínculos no elaborados con la familias de origen y que impiden un transito o pasaje a lo creativo de la relación, e imaginando lo distinto a partir de la falta de una completud perdida. De lo contrario el partenaire pasa a ser buscado para intentar restituír una fractura primigenia, dejando de ser percibido como un otro, y sí como el soporte de lo fantasmático que tiende a la fusión con un Todo ilusorio.
Ahora bien, las figuras están dentro de un paisaje, tema que en Giorgione lo convierte en una novedad en la historia de la pintura, dándole la centralidad a lo arquetípico femenino-materno, pero también a lo masculino paterno, en ese rayo que ilumina el cielo. Palabra, logos, ley que fecunda a la naturaleza. Apertura de lo cerrado, iluminación de lo oscuro, legalización de la exuberancia.
Inicio de una tempestad que gesta, que cambia lo que deviene en instancia tercera y que aparece ante el varón y la mujer, posibilitando el acceso a un nuevo tiempo que está simbolizado por el bebé. Salida de lo circular, de lo mismo y donde lo natural se culturiza. Funciones de sustento, del eros de la mujer junto a lo discriminante, a lo que corta del varón como metáfora paterna.
La pareja no se fusiona en un registro imaginario-dual, sino que la relación es simbolizada a través del rayo-padre-palabra-logos. Novedad del vínculo en donde no se busca restaurar a a un otro primigenio y arcaico, sino que los cuerpos se expresan como desarrollo y proyecto, sin alienaciones de lo igual. Hombre y mujer que devienen padre y madre con un hijo que se manifiesta como lo porvenir, como la posibilidad de lo nuevo y creativo. Ämbito de lo humano en que el símbolo trasciende las dicotomías de la naturaleza y la cultura, estableciendo puentes y haciéndo fecunda la reflexión sobre un tema eterno como es la familia.