lunes, 19 de diciembre de 2016

REMEDIOS VARO: UNA MUJER SALIENDO DEL PSICOANALISTA.

Mujer saliendo del psicoanalista (1960). Óleo sobre tela, 41x71 cms.



Como un viaje de autodescubrimiento y  trascendencia, como un dar forma a un universo de símbolos que abren a otros espacios de los cotidianos, es que así puede plantearse un acercamiento a la obra de la gran pintora hispano-mexicana María de los Remedios Varo y Uranga (1908-1963).
Tránsito por la aventura de la exploración y el cuestionamiento de lo establecido, como una experiencia mistérica y por esto su interés y formación en la alquimia, la magia, el hermetismo, el pensamiento de Jung, el psicoanálisis, el tarot, el sufismo, etc., etc. y que le dio la oportunidad de imbuirse en la pintura como un acto de magia y transformación.
Pero como su producción es muy extensa, es interesante una aproximación a una de sus pinturas: "Mujer saliendo del psicoanalista", que la realiza en 1960. Allí se observa a una mujer de pie sobre una superficie circular, que sostiene en su mano derecha una cabeza y que pretende arrojarla a un pozo o fuente. Con su mano izquierda aferra un cofre y que en su interior hay un reloj, una llave y una media luna o un bálsamo. En el sector izquierdo se observa una puerta abierta y con un letrero con la letras FJA. Mientras la que está a la derecha se halla cerrada. Su rostro se halla semitapado y hay otro que emerge de su plexo con dos ojos.

Una aproximación interpretativa lleva a interesarse en un pensar sobre lo femenino en la mujer, en la búsqueda de símbolos que den sentido y en un cuestionamiento de lo patriarcal. Así la figura parada en el centro se muestra ensimismada, en un estado de reflexión y meditación en un recinto cerrado y circular. Su rostro está semi velado y su peinado parece aludir a los dos cuernos de vaca de la diosa lunar Isis o, también, Hathor. El velo también aparecía representado en aquella diosa egipcia y significaba la forma siempre cambiante de la naturaleza, la Verdad escondida, la que se gesta en lo oculto y en lo oscuro, lejos de la luz del sol. Manifestación de un pensar que es distinto del masculino patriarcal e instrumental, de lo abstracto, preciso, lineal, desapegado. Por ello es  que la mujer está sobre un piso circular, mandálico, que le permite ir rodeando, meditando e incubando, hacia un centro y en un crecimiento transformador y orgánico, y que puede llegar a mostrarse como arbitrario, incontrolable y de cercanía a lo poético y místico . Paradójico y ambiguo, que hunde sus raíces en lo concreto, lo sensible y lo intuitivo, que irrumpe como ocurrencia e inspiración. No se lo busca, sino que se lo acoge en la recepción de lo que  aparece sin buscarlo.
La mujer de la pintura experiencia las imágenes y símbolos de una singularidad que puede pensarse ligada a la propia Remedios Varo, como un cuestionamiento a una serie de identificaciones y valores del grupo surrealista de Paris. En este, y en especial bajo el imperio de André Breton, la mujer era ubicada y también cosificada, de acuerdo a las ideas de los varones de ese movimiento, que la pretendían como musa de inspiración, cercana a la locura y al niño. Por eso es significativo que quince años después de su llegada a México, comenzara a realizar exposiciones de sus pinturas recién en 1955. Es decir, como si hubiera sido necesario un tiempo prolongado de meditación para desprenderse de esas identificaciones en  ella y que eran propias del surrealismo parisino al que había pertenecido. Encuentro de un camino propio, de una búsqueda de lo singular, desalienación de la mirada masculina.
Por esto es que la figura femenina sale de un espacio y de un tiempo de indagación, como es el del psicoanálisis, pero también permite interpretarse como de  una crítica a lo que significaba una idealización del pensar de los varones que la constituyeron pero que también la alejaban de su singularidad. Así es que se observan las letras FJA y que aluden a Freud, Jung y Adler, cuyas doctrinas eran objeto de estudio por parte de Varo.
El personaje femenino lleva en su mano izquierda una cabeza a la que arrojará a un pozo o fuente. Remedios en una carta a su hermano, le decía que aquella representaba a su padre. Desidentificación de lo paterno, de sus valores, de su autoridad y es de recordar la importancia que había tenido esta persona en la vida y vocación de la pintora. Su construcciones y máquinas semejan las que diseñaba este en su profesión de ingeniero. 
Tomar distancia de lo que él significaba, cuestionamiento de aquello que la alejaba de sí y que pertenecía  a lo patriarcal, pero también renovación en su relación con lo masculino, ya que se ve en la pintura que no solo la arroja a un pozo sino a una fuente, como si en el agua se renovara. Es decir, un cambio de perspectiva  que hace a esa instancia arquetípica que ya no está ligada a personajes de su biografía, inmediatos y hasta alienantes, sino que se presenta de forma más impersonal y objetiva, como un pensar que se pretende más universal.
Continuando con la mujer de la obra, esta porta en su mano derecha una cesta con varios objetos, entre ellos un reloj, una llave y un bálsamo. Varo decía que allí había arrojado los desperdicios del tiempo, los que ya eran impedimentos. Pero a su vez, es importante indagar los posibles significados del reloj ya que parece constituirse en una meditación del tiempo. Aquel, como artefacto mecánico, caracteriza a la eficiencia, a la partición de períodos iguales y uniformes, abstractos y cuantitativos y al que pone en interrogación la pintora. Este es un tiempo masculino, patriarcal, ligado a la productividad de la cantidad. Asimismo podría pensarse en la indagación y vivencia de un tiempo diferente que emerge y que podría llamarse lunar, el de lo femenino. Este se mueve como una sucesión de fases, en una transformación cualitativa. Es rítmico y vibrante, con períodos, y que se manifiesta como creciente y menguante, favorable y desfavorable. Caracteriza a la gestación, a lo único y peculiar en contraposición al tiempo homogéneo de lo igual. 
Pero en la cesta también hay una llave pudiendo ser interpretada como un símbolo fálico, al que se abandona, como el distanciarse de aquellas imágenes masculinas que fueron moldeando su vida y de manera inconciente. Aceptación de la feminidad, encontrando lo propio y distinto del varón. Desde la psicología analítica puede pensarse como una confrontación con una instancia que poseía una dinámica propia y también alienante y que Jung la denomina animus.
Por último, también en la cesta hay un ungüento y que quizá aluda a lo que restaura las heridas, a los dolores de los sufrimientos. En algunas pinturas de los primitivos flamencos, y que tuvieron gran influencia en la artista, se representa a María Magdalena con sustancias para poner sobre el cuerpo de Cristo.

Así la pintura de Remedios Varo se ubica como una meditación sobre lo femenino, en una búsqueda y descubrimiento de lo propio a través de imágenes y símbolos. Encuentro con fuerzas primordiales y arquetípicas que la cultura patriarcal y la razón instrumental tienden a reprimir, creando un malestar cultural y psicológico de alienación tanto en mujeres como en varones. Por ello es que la pintura hace una crítica a ese ámbito, siendo sugestivo el título que le da: "Mujer SALIENDO del psicoanalista", es decir, de alguien que deja de estar contenida dentro de un universo masculino que la aleja de sí misma. Descubrimiento de un lugar y un tiempo de Eros, tal como ese rostro que está en el plexo de la mujer de la obra, sitio del sentimiento, de un espacio de reflexión abierto a lo cambiante y de cercanía entre los seres humanos. Interrogación crítica sobre un yo de ficción o máscara que acepta los valores de la sociedad patriarcal, para iniciar un proceso alquímico de transformación, en un abrirse a lo que habla desde un Sí mismo a explorar desde lo femenino.