viernes, 16 de agosto de 2019

ALGUNAS NOCIONES DEL BUDISMO CHAN EN UN PERFORMACE DE AI WEIWEI.

Ai Weiwei: "Dejar caer una urna de la dinastía Han". (1995).

En el año 1995 el artista conceptual chino Ai Weiwei (n. Beijing, 1957) lleva  cabo una performance que denomina "Dejar caer una urna de la dinastia Han". Asimismo fotografía los momentos en que la arroja al suelo  y se rompe en pedazos. Este gesto pareciera ser incomprensible y desatinado ya que está destruyendo un objeto que se cotiza en el mercado del arte en sumas incalculables. 
Pero esta acción abre a la posibilidad de comenzar a pensar en los diversos sentidos que despliega. La rotura de un cosa que se vende y se compra, que a través de un precio variable se torna una mercancía, dejando de servir para lo que fue creada; que se vuelve un objeto de consumo en un circuito donde la oferta y la demanda le asignan su valor económico y en un atravesamiento de relaciones sociales capitalistas. También, esa urna que era utilizada para lo ritual, ingresa en los catálogos clasificatorios de los coleccionistas y de los museos.
Por esto se hace necesario comenzar a indagar el sentido de la obra de Ai Weiwei como profundamente imbuida de la estética china y que caracteriza a una cosmovisión tanto del taoísmo como del budismo chan y aproximarse a algunas de sus nociones principales.
 Así la ley suprema del universo como despliegue y la condición efímera de todo puede ser percibida en esta performance. La rotura de la urna expresa dos de los principios más importantes del budismo como la impermanencia y el vacío como fundamento de la existencia, siendo este un postulado central en la estética de origen taoísta y budista. (Maillard,1995:67).
Nagarjuna, fundador de la escuela budista india Madhyamika o de la Vía intermedia de la línea Mahayana en el siglo II d.C., entendía que todo es vacío, que trasciende al lenguaje y a las categorías lógicas, pero a diferencia del pensar occidental, no es carencia o falta sino plenitud y la posibilidad desde donde emerge todo. Es anterior a los nombres y al pensamiento, deviniendo y aconteciendo como silencio en un flujo inagotable. Vacío que se hace presencia con la destrucción de la urna, que es la condición  misma de la existencia como realización incoercible de lo cósmico. 
Así esta obra artística no solo cuestiona la fetichización de la urna Han, sino que alude a la nada que está más allá de toda imagen y representación, sin utilidad, sin clasificaciones museísticas o económicas. Apertura al silencio que deja que los seres sean lo son, sin una voluntad de dominio en el que prima el cálculo, la manipulación y la especulación.
El objeto desaparece como tal, deja de poseer un precio económico, de museo o de colección, en un sistema clasificatorio y ordenatorio de categorías lógicas y linguísticas y como meta del deseo de apropiación, pero ahora advirtiendo la vacuidad que lo envuelve y atraviesa. El mercado y los curadores dictaminan qué es un objeto artístico, desconociendo que esas propiedades que le asignan no son más que la manifestación del carácter transitorio y precario de la existencia, que no puede ser codificada por un pensamiento que pone como fin a lo cuantitativo económico. El romper la urna muestra que su permanencia, su supuesta esencia, es una ilusión. El vacío, el silencio que sigue a su destrucción, extingue la producción mental, señalando a una realidad sin dualidades y sin saber, solo contemplando y permitiendo que se de el acontecimiento donde las cosas existen y fluyen según una continuidad inquebrantable e incoercible. (Albano, 2007).
Cabe también decir que en el taoísmo, el tao despliega su fuerza creadora aunque también es reposo, siendo la raíz de toda la naturaleza y que Lao Tzu lo nombra como El Espíritu del valle. (Carpio, 1967:46). También representado en las pinturas como el espacio entre las montañas, de igual manera en los personajes con vientre abultado como lugar de la nada. (Ib.)
Asimismo hay que resaltar otro aspecto muy importante de la  performance de Ai Weiwei y que es central en el budismo chan, como la comprensión en acto a través de una acción directa. Ella pretende el despertar de un estado de inconciencia o de ignorancia y arribar a una nueva visión del mundo. Hui-Neng (638-713), sexto patriarca del budismo chino, toma distancia de la meditación quietista y estática del norte y de India y propone que la superación de la inconciencia o de la ignorancia, se obtiene en lo cotidiano, en medio del trabajo o de las actividades y de una manera abrupta, en un instante, donde se abre el ojo del conocimiento que trasciende el dualismo y las formas. La iluminación ya no es el resultado de una larga cadena de reflexiones y procesos de aprendizaje, sino que sobreviene súbitamente y en cualquier momento. No hay un camino de abstracción gradual, sino una vivencia de la inmediatez y que se presenta como un cataclismo que transforma a quien lo transita. (Suzuki, 1961). "La percepción del vacío, en cambio, es una expresión siempre repentina, extática, siempre sustraída a la coordenada espacio-temporal, que trasciende fugazmente en la infinita densidad del espacio-tiempo-existencia como una fulguración repentina". (Albano, 2007:104).
 El budismo chan utiliza diferentes procedimientos prácticos no convencionales que parecen ilógicos, como una bofetada a un alumno cuando interroga sobre la esencia de Buda, una respuesta aparentemente incoherente o una patada a una vasija que se hace añicos cuando se pregunta ¿qué es ese objeto? y también, entonces, en arrojar al suelo como hace Ai Weiwei la urna y así conseguir la aprehensión  súbita, en acto, sin conceptos lógicos, en una acción incomprensible, que es hasta sacrílega de las leyes del mercado del arte, Destruir valor económico, aconteciendo su impermanencia y su vacío, de su nada pero que es su plenitud,  de donde todo surge y a donde retorna, despertando el interior vibrante de la verdad, más allá de la individualidad y como matriz de todos los fenómenos. Urna Han que el mercado la despoja de  la función para la que fue creada, adquiriendo un precio monetario que caracteriza a la ignorancia de que todo es vacío. La estética china conforma su performance ya que sus obras conducen de alguna manera al despertar y a la iluminación a fin de arribar al wu-shin o no-espíritu, que no discrimina ni delimita, como actitud contempladora y des-realizadora, sin voluntad deseante o de voluntad apropiadora . (Maillard, 1995:59).
La performance de Ai Weiwei  pone de manifiesto la comprensión brusca e inmediata, en donde en un instante se abre el llamado ojo de la Mente de Buda, Mente original, según las concepciones de Hui-Neng (Kaplau, 1967). No se pretende un discurso filosófico ni razonamientos elaborados sino una propuesta directa, concreta, práctica y así llegar a un nuevo punto de vista y de mirar a la vida y a las cosas en general. (Suzuki, 1961:229).
Abrir el ojo espiritual y percibir dentro de la Naturaleza de Buda que es creativa, indeterminada, una en todo y todo en una; que no es fragmentaria ni múltiple, sin sujeto ni objeto. Ver esto es un acto mental instantáneo que trasciende el dualismo. (Suzuki, 1961:220). También hace a una experiencia del vacío en el que se pierden los nombres y se accede a una Realidad Absoluta  que es plenitud y posibilidad.
 Volviendo a la performance, antes de ser clasificado el objeto como urna según las leyes del mercado, solo era el silencio, el vacío anterior a la palabra y al pensamiento. La nada del objeto se descubre por el desapego del yo, que es también impermanente, vivenciando lo transitorio de la vida.
La acción de Ai Weiwei da la oportunidad de reflexionar sobre una experiencia que es afectivamente muy potente y hasta transformadora, en donde el artista enraizado en un una cultura singular, pone de manifiesto el carácter ilusorio y alienante de los objetos que son clasificados en el mercado del arte y en lo museístico, haciendo perceptible cómo han perdido las funciones para las cuales fueron creadas. Ai Weiwei muestra cómo el vacío los circunda y traspasa a través de una acción directa que es característica del budismo chan.


Referencias:


Albano, S.: Heidegger, Holderlin y el Zen. Bs. As.: Quadrata, 2007.
Carpio, A.: El Tao Te King de Lao Tse. Bs. As.: Sudamericana, 1957.
Chung, F.: Vacío y plenitud. Carácas: Monte Ávila, 1989.
Kapleau, P.: The three pillars of Zen. Boston; Beacon Press, 1967.
Maillard, CH.: La sabiduría como estética. Madrid: Akal, 1995.
Racionero, L.: Textos de estética taoista. Madrid: Alianza, 1983.
Suzuki, D.T.: Essays in Zen Buddhism. N.Y.: Grove Press, 1961.
Suzuki, D.T.: Introducción al Budismo Zen. Bs. As.: Kier, 2004.
Wolpin, S.: El zen en la literatura y en la pintura. Bs. As.: Kier, 1985.