lunes, 25 de enero de 2010

Una breve historia antigua de los sueños y en especial de la incubación.


La dama durmiente en un hipogeo. Malta.




Interpreto sueños y para ello tengo el mandato del dios; buena suerte.

Inscripción que se encontraba en la oficina de un interprete en el templo del dios Serapis, en Menfis, siglo I d.C.




El hombre siempre ha tenido un especial interés por su actividad onírica y especialmente debido a su característica del poder alejarse de él o inclusive dominarlo. Es una experiencia que le sobreviene y que le asombra, angustia o fortifica: el soñar hace que vivencie otra realidad, otras presencias y que constantemente lo llevan a sentir que no está solo en su casa.

Por esto es que ha intentado establecer un modo de relacionarse con esa experiencia que son los sueños, un diálogo y, en las situaciones más avanzadas, su interpretación. Su interés ha sido desigual a lo largo de la historia y esencialmente debido a concepciones ideológicas que trataron de ubicarlo dentro de sus dogmas.

Así es que el sueño se hace sospechozo ya que supone una actividad autónoma que ejerce efectos muy poderosos en el soñante y al estar en su profunda intimidad, resulta de gran dificultad para controlarlo. Los sueños son como otra existencia paralela a la diurna, que incita, estimula, da que pensar con una intensa carga afectiva y, por lo tanto, dinamógena y motivadora de las acciones de los hombres.

Por ello es que estudiaremos algunas de las principales concepciones que la humanidad ha postulado sobre lo onírico, para luego centrarnos en la terapéutica del soñar, a la que le daban el nombre de incubación. Si empezamos por los hebreos, la biblia nos dice que Dios se relaciona con los creyentes por medio de los sueños, tanto sea con los profetas como con aquellos a quienes intenta avisar de las consecuencias que pueden tener sus actos, como Nabucodonosor o el faraón durante la cautividad en Egipto. Asimismo tiene importantes conocedores de la interpretación como José y Daniel.

En el Nuevo Testamento las situaciones de peligro son anunciadas por la voz de un ángel que durante el soñar intenta evitar los peligros que acechan a José cuando se pregunta acerca del embarazo de su esposa o la necesidad de huír a Egipto ante la perecución de Herodes o el sueño que los magos persas tienen sobre el nacimiento del mesías.

Es de sumo interés la figura de Mahoma, ya que gran parte de su revelación le fué otorgada a través de diferentes sueños, y él mismo se preocupaba por los que tenían sus compañeros, llegando a aseverar que el soñar era una conversación entre el alma y Dios.

De manera semejante, a los padres y la esposa de Buda les fueron anunciados por sueños el desenvolvimiento de la vocación del Iluminado. En lo que hace al mundo de los griegos, los entendían como una presencia divina y alada que aparece cuando el hombre se duerme, junto a su cama, y le comunicaba la voluntad de los dioses. A su vez pensaban que cuando el alma se halla dormida se libera de la pesadez del cuerpo, pudiendo establecer contacto más facilmente con seres superiores. Eurípides llamaba a la tierra Madre de los sueños de alas negras lo que da a entender que los sueños proceden de las profundidades de lo terrestre, de lo ctonio e infernal, del mundo de los muertos.

Para Aristóteles los sueños son precognitivos ya que al estar en vínculos afectivos con quienes soñamos, ese estado capacita para percibir más finamente cualidades que en estado de vigilia se dificultan. Tambíen los considera como un incentivo para futuras actividades, aunque en general les asigna un orígen demoníaco. Su producción se da por los vapores que emanan de la nutrición.

Los estoicos hicieron una de las primeras clasificaciones de los sueños y los consideraban como enviados por Dios, los demonios o la propia alma. Resaltan su cualidad de pronosticar a consecuencia de la relación del alma de los hombres con la del universo.

Pero lo que no podemos dejar de prestar interés es la figura de Hipócrates que en el siglo V a.C. y como sacerdote del dios de la medicina Asklepio, afirmaba que no solo tenían un orígen divino sino tambíen causas psíquicas y fisiológicas. Aunque lo que hay que indicar es que les atribuía un valor central ya que los consideraba un medio eficaz para efectuar el diagnóstico de distintas enfermedades. Entendía que los organos del cuerpo y su funcionamiento se manifestaban, tanto si lo hacían correctamente como si no, por los símbolos que aparecen durante el soñar, tales como el sol, la luna, el flujo de los ríos que lo comparaba con el correr de la sangre y otras funciones fisiológicas.

Posteriormente, en siglo II d.C., Artemidoro de Daldia, elabora una metodología para interpretar los sueños, y que no por casualidad Freud le dedicó una extensa nota en La interpretación de los sueños. Aquel considera que todo significado que se le atribuya debe contar con la dirección y colaboración del soñador y partir de conocer las circunstancias particulares en que vive. Siempre resalta que los sueños tienen un sentido hacia el futuro, circunstancia que es posible que haya influído en Jung.

Durante el cristianismo los sueños son considerados como de orígen divino aunque, también, demoníaco. Tertuliano durante los siglos II y III se interesaba por los sueños a consecuencia que permitían vislumbrar realidades espirituales. Durante el siglo IV el obispo Sinesio pensaba que los sueños le daban la ocasión de desarrollar nuevas ideas para emplear en su vida despierta.


Pero lo que deseamos es centrarnos brevemente en la práctica de la incubación. Su terminología remite al griego que significa dormir en el santuario. Justamente su función consistía en poner a dormir a una persona para que tuvira sueños que le posibilitaran superar una situación de dificultad. Los enfermos concurrían a los diferentes templos del dios, siendo los más importantes los de Epidauro y Kos, a fin de curarse de los distintos males que padecían. Ahí efectuaban una serie de ritos antes de ser conducidos a una habitación especialmente preparada y donde se apagaban las teas hasta que se dormían y que soñaran con el dios. Ya su sola presencia era curativa, aunque también daba indicaciones terapéuticas. El paciente debía anotar sus sueños que eran interpretados por los sacerdotes del lugar. No era infrecuente que duraba varios días, hasta que se diera la epifanía del dios. Recordemos que se han hallado en recientes excavaciones arqueológicas ex -votos de agradecimiento de los enfermos por su sanación.

No podemos dejar de mencionar que una práctica paralela se daba en Egipto, en el templo del dios Serapis de Menfis, sitio al que llamban serapeon.

Durante el cristianismo desde los primeros siglos y hasta aproximadamente hasta el VI, se realiza la incubación en las iglesias. El enfermo era dejado toda la noche en su interior y habiéndo realizado ayunos y oraciones hasta que en sueños se le presentase algún santo como Cosme o Damián, Santa Tecla o los mártires. Al igual que en grecia, su aparición podía curar por su sola presencia o dar prescripciones terapéuticas.

Se conservan testimonios que en Mongolia, en Turquía y otros lugares de asia, se llevaba a las personas a dormir a cuevas o pozos para tener un sueño sanador. Ya la epopeya de Gilgamesh hace mención que el héroe busca el soñar que le indique como vencer el obstáculo que se le presentaba.


Ahora bien, cómo es posible explicar esta terapéutica que se halla documentada por cientos de testimonios de cura. Hay varios elementos a destacar. En primer lugar la enfermedad de la persona que allí concurría. Esta es una situación de crisis severa donde los medios de adaptación cotidianos están disminuídos, circunstancia que da la ocasión para que contenidos inconcientes se manifiesten. También se debe recordar que se llevaban a cabo sacrificios de algunos animales, durmiendo los pacientes sobre sus pieles. Este ritual tiene el significado de hacer propicio al dios para que se aparezca, pero también de muerte y de sacrificar cualidades propias, es decir del yo, lo que asimismo estimula la expresión de lo inconciente.


Pero quizá, lo más interesante sea intentar entender el proceso de cura cuando se hacía presencia Asklepio o algún santo, sanando. Todas estas características que señalamos anteriormente en lo relativo al ritual, al igual que la oscuridad, la soledad, el incienso, el humo, el temor, conducen a un estado de regresión e introversión en que las imágenes toman forma hasta con casi cualidades sensoriales. Aunque lo más importante es que ante el estado de desorientación del enfermo, se activan contenidos arquetípicos que se personifican con variadas expresiones y que ya antes hicimos mención, como alguien que otorga fuerza moral, un consejo, una orientación, una prescripción. Jung le dió el nombre a este arquetipo como de espíritu o de viejo sabio, actuando más allá de las intenciones de la conciencia. Las representaciones que del mismo hacen en cada época y lugar dan un contenido particular a esa forma vacía y dinámica que es el arquetipo. La posibilidad de ponerse en contacto, y justamente era esa la finalidad que tenían los ritos de incubación, era la ocasión de asimilar esas energías e imágenes con un dinamísmo superior al decaimiento que se producía a consecuencia de la enfermedad. Esa era una de las más importantes funciones de los arquetipos y que provocaban una reestructuración de la personalidad o su regeneración o su renacer.

Ahora bien, no solo tenía lugar durante la incubación la actividad del soñar sino que, y especialmente en Epidauro y sus otros templos, los sacerdotes daban una interpretación del sueño. Aquí se elaboraba e intentaba simbolizar, dar un sentido, un carácter verbal, produciéndose un intercambio dialéctico con las producciones de lo inconciente y el yo conciente y en una relación con otra persona.

Es posible que sean principios muy semejantes los que actúan en la peregrinaciones a lugares considerados sagrados como Lourdes, Fátima, etc., donde de registran "curaciones". Esto indica la presencia de contenidos y energías arquetípicas que, en la medida en que se les preste atención como se da cuando se interesa por los sueños, no solo provocan una desestructuración yoica sino que posibilitan que afluyan y se integren en el devenir conciente del hombre. Las culturas proporcionan rituales y contenidos específicos que serán los que permitan una particular dirección a la persona y en la cultura. Los mitos, los estudios de las religiones comparadas, los cuentos infantiles y la clínica psicológica, entregan testimonio de la efectividad de esos arquetipos.

Los sueños en todas las épocas y civilizaciones han hecho salir al hombre de su imagen narcisista y lo han confrontado con lo transpersonal, indicando y señalando hacia rumbos históricos, sociales y psicológicos.

La sombra como vía hacia la individuación.





Lo que el enfermo debe aprender, no es como uno se desliga de una neurosis, sino como se la asume y soporta.

Carl Gustav Jung.


Esto es lo que se codicia:
El óxido, que hace que los metales adquieran valor.
Tales de Mileto.





El arte ha sido siempre el medio por excelencia para dar forma a ideas, afectos, miedos, esperanzas de los hombres. Su contacto con fuerzas oscuras le otorga la posibilidad de confrontarse y hacer conciente un mundo que en principio puede resultar atemorizador y extraño. Desde hace más de cien años el arte occidental ha revalorizado, admirado e incorporado los aportes que provienen de culturas y pueblos considerados "primitivos". Así Picasso. Braque, Modigliani, Moore en la plástica y en la música, el jazz o los ritmos que hoy son comunes en las manifestaciones del arte popular.


Ante esto hay que suponer que su influencia marca cambios históricos y que hacen a lo social y a lo cultural. Pareciera que formas arcaicas tuvieran y otorgaran una vitalidad y un sentido a algo que lo fue perdiendo. La disolución de las formas y la plasmación de lo oscuro, de lo irracional, es concomitante con la exploración y su hallazgo que hace el psicoanálisis, cuando investiga la psicopatología.


Pero el arte está hecho por los hombres y expresa su vida y fuerzas que no son concientes y que traen nuevos problemas y contenidos a su cosmovisión . El pensamiento psicoanalítico le ha dado una importancia primordial a todas esas energías dinámicas e imágenes que aparecen en los sueños, los delirios, los síntomas. Es ese mundo que también el arte ha intentado plasmar en diferentes formas. Estos son peligrosos ya que pueden destruir al hombre y sus valores, aunque asimismo, generar una renovación vital.


Carl Jung le da el nombre de sombra a todo eso que se puede considerar como una personalidad inferior y que remite al juego pulsional, pero también ideativo y de sentido. En principio se halla en oposición con la imagen de sí que se ha formado el yo, de las máscaras en que se aliena. La búsqueda de lo absoluto y de su perfección, con sus múltiples ilusiones narcisistas, es cuestionado y socavado por todo ese sector psíquico que es la sombra. Allí se hallan contenidos que hacen a todo lo que el yo selecciona y elimina ya que está en contradicción con la imagen con la cual se identifica. Es decir, se corresponde a elementos reprimidos que pertenecen a lo que Jung denomina como inconciente personal. Lo que señala a lo imperfecto, a lo corporal, lo que no coincide con los valores aceptados, ideales absolutistas, los límites y condicionamientos físicos, sociales e históricos.


Así es la contraparte de la imagen idealizada, de lo que cada uno cree ser y que ha intentado dar realidad en su discurrir evolutivo. Las máscaras dan la ocasión para mantener un sitio en su medio socio-cultural y un cierta armonía con los sectores de lo inconciente que no coincide con ellos. Pero la situación comienza a tornarse problemática cuando el hombre se aliena en la persona, alejándose de la totalidad de su ser psíquico. Ahí es el momentoen que la sombra comienza a conducirse de manera que pone en cuestión al yo y aparece como otro centro, otra personalidad en lucha y oposición con aquel. La sombra se expresa en diferentes personificaciones y autónomamente. Celos, envidias, hostilidad, pulsiones incestuosas, son algunos de los componentes que le dan contenidos a las múltiples formas que toma.


Pero asimismo, y aquí la diferencia con Freud, es que contienen un serie de valores que integrados y asimilados señalan nuevos caminos a la conciencia. Así la capacidad de expresar sanamente la propia agresividad en la variadas actividades de la vida, la desobediencia, lo oscuro, se convierten en guía para encontrar un camino propio.


En tiempos actuales en que la masificación, y especialmente a través de los medios de comunicación, la discusión y confrontación con la sombra da la oportunidad de vivenciar la propia singularidad. Es decir, el hombre se convierte en tarea para sí mismo por la aceptación conciente de las imágenes y fuerzas que desconocía. Lo contrario lleva a que no se tolere tal cual es, sino que se distancia de sí negando sus raíces. La toma de conciencia de la sombra le quita ilusiones, aunque le otorga sustancia y realidad a su vida.


Máscara y sombra son dos polos dinámicos que pueden actuar de manera armónica o dilacerarse en una lucha que hace a la constitución de las neurosis. De un lado el yo con todas sus identificaciones intentará evitar y combatir todo lo que lo cuestione, y creyéndose autosuficiente y rector centro; por otro la sombra, que permanentemente estará haciendo sentir su presencia por medio de los síntomas.


La no aceptación y el rechazo de sí mismo es el aspecto a destacar en esta situación en que, por ejemplo, las manifestaciones del odio hacia sí por no hallarse a la altura que manda la imagen idealizada ocasiona trastornos depresivos, psicosomáticos, accidentes, etc., y que esto coexiste con el que desplaza hacia las circunstancias y personas del exterior, proyecta, los que serán portadores de lo que discute la imagen idealizada con la que el yo se identifica. Estas manifestaciones son parte de la sombra, y que tanto angustian, serán el primer umbral para el conocimiento de sí y momento central en el proceso de individuación, es decir del llegar a ser quien se es. Cuerpos con "defectos", carencias de distinto tipo, lo que me averguenza, son todas las negatividades de la sombra, pero también son sus contenidos todo lo que remite a potencialidades aún no realizadas ni desarrolladas y que pueden realzar lo vital. Por ello, es que la terapéutica va de un momento de perfección yoica a otro donde el paciente se vive como débil y necesitado, camino que sí lleva a la plenitud. Esas cualidades sombrías son el puente para conectarse con lo oscuro, lo intuitivo, lo que no pertenece al mundo tecnológico y racionalista de estos tiempos. En ámbitos más profundos, la sombra se hace arquetípica y se constituye como aquella parte del sí-mismo que Jung llama la sombra de Dios y que patentiza el mal a escala cósmica.


Así el hombre se confronta con todo lo que es peligroso, pero que también, puede ser la cura para sus sufrimientos y que no se concretará extirpándolos o proyectándolos sobre el semejante, sino soportándose a sí mismo y reconociéndo la doble cara de la sombra, que tal como la palabra pharmakon significa el veneno pero a su vez lo que cura.
























































































































































jueves, 21 de enero de 2010

De la conversión del destino en vocación.

Cuando se despoja la sabiduría pequeña, es cuando aparece la gran Sabiduría.

Chuang Tzu.



La noción del pensamiento chino del Tao o la budista acerca del Dharma o la hindú del Ritam, no son ajenas a la psicología analítica. Significan la senda vital, la orientación, el sentido y significado de la vida, y en tanto definiciones conceptuales siempre serán estrechas. En los fragmentos de Heráclito que se conservan se pone de manifiesto la idea del logos como aquella razón de todas las cosas en un transcurrir entre opuestos dinámicos. Asimismo Séneca y luego Spinoza plantearon que el seguir a Dios es libertad.

Sin pretender adentrarnos en la filosofía, estos pocos ejemplos nos irán conduciendo al pensamiento de C. G. Jung dando la ocasión para descubrir las lineas vitales que lo inconciente marca por medio de símbolos para cada persona y que se presentan no solo como la oportunidad de curación sino de encontrar un sentido, no siendo cada uno de aquellos excluyentes.

En el ser humano el conjunto de posibilidades y potencialidades insta para el desarrollo de un poder ser auténtico y peculiar. Sus características biológicas, psicológicas, sociales y espirituales, poseen una dinámica que moviliza a la evolución psíquica. Ese factor es el sí-mismo que como centro regulador lleva a la expresión de aquello que cada uno es y, como factor central para la individuación a escala del hombre, hace al surgimiento del yo y de la conciencia que dan la oportunidad de saber lo que se hace y por quién.

El sí-mismo necesita de la autorreflexión y del yo como sustento material para actualizarse y encarnarce espacio-temporalmente ya que sino deviene un proceso natural e inconciente que irá imponiéndose. Esa porción del selbst que permite diferenciarse y sentirse separado, es la que está en contacto con el medio social y cultural y de su intercambio por un juego de adaptaciones, choques, conflictos, comienza a formarse una estructura que Jung denomina Persona. Esta comprende la imagen que se tiene de sí y aquello que muestra a los otros, producto de una transacción con ese espacio socio-cultural-histórico. Así es que se origina un ideal yoico al cual se intentará ajustarse a fin de poder subsistir .


Las
dificultades que irán apareciendo en su desarrollo evolutivo, lo llevará a tomar una actitud o disposición y cuanto mayores sean aquellas la persona jugará un papel central. Es decir, se transformará en una imagen idealizada y con la cual podrá confrontarse con lo perturbador. El problema estriba en construye una estructura con cualidades de rigidez y vulnerabilidad y donde sus propios e íntimos sentimientos, pensamientos, deseos, que son partes del selbst son reprimidos y olvidados, para conformase con lo que se corresponda con la imagen idealizada. Se pasa de lo espontáneo a lo que se debe sentir y pensar. Lo que no concuerda con aquella se reprimirá.

Y aquí comienzan las dificultades psicopatológicas ya que el yo debería estar al servicio de la realización del sí-mismo y da lugar a una relación conflictiva entre ellos donde cada uno intenta paralizar al otro. La persona se desarraiga de su fondo vital, especialmente de ese mundo de imágenes arquetípicas, ya que no serán aceptadas por la imagen de la máscara.


Esto hace que falte una sana confianza en sí mismo, ya que los arquetipos dan forma y simbolizan el discurrir pulsional, quedando solo la idea que de mí tengo. La dirección de la vida se traba ya que la propia y auténtica será evitada por los diversos mecanismos de defensa. Lo compulsivo comienza a sustituír la libertad de elegir, ya que no es posible moverse sin temer que haga aparición lo indeseado.


Pero la situación es muy precaria porque aquello psíquico que se intentaba conformar con esa imagen ideal, deberá dejar de lado extensos y poderosos sectores de su psiquismo. El selbst intentará permanentemente expresarse y lo hará a través de los sueños, las fantasías, los síntomas psicopatológicos. Allí hace presencia lo más singular a través de la compensación sobre todos los contenidos que la conciencia construye como propios. Lo que ahí falta reaparece para intentar la cura de la disociación.


El estar
identificado con las diferentes máscaras cierra al hombre a sus posibilidades. La individuación conduce al desarrollo de un todo que irá señalando las vías de tránsito a través de sus manifestaciones simbólicas. Es decir, se comienza a prestar atención a lo inconciente, circunstancia que ya conlleva una elevada carga de angustia debido a que el yo percibe que hay otras fuerzas que pueden hacer peligrar su imagen. Por ello es que intentará evitar y aprisionar eso que se manifiesta, se desconoce a sí mismo.
Aquí es donde Jung utiliza el concepto de realización de sí, y que muestra su índole terapéutica en la medida en que el yo concreta esas formaciones de lo inconciente. Pero para ello habrá sido necesario el ir desestructurando las diversas máscaras y que se dificulta cuanto más masificado sea el medio social a que pertenece ya que la no conformidad con él conlleva e temor al aislamiento. Heidegger hablaba del aplanamiento de la existencia, de un término medio que convierte en peligro todo conato de originalidad y excepción. Es lo interpretado por lo uno o das man y que rige sobre toda singularidad prescribiendo sus modos de ser, pensar, actuar y en donde la realización de sí queda trabada en la medida en que me identifico con el rol o papel social y que lo inconciente hará presencia creando toda una problemática.


Aquí es donde se acentúa la importancia del proceso de individuación ya que el hombre se convierte en pregunta y comienza a escuchar aquello que voca en él, que lo lleva a donde no quiere ir y que deberá establecer un conocimiento mutuo y de amistad. Algunos lo llaman la Vox Dei.

Allí y por medio de los símbolos, es posible dar un sentido a la vida, en donde ya no queda alienado en un medio social ni solo cifra su destino en la satisfacción pulsional. Justamente la significación y simbolización de aquellos se convierte en el descubrimiento de la propia vocación, y en que el yo deja de sentirse como como centro rector, omnipotente, para asumir su deficiencia ante otro del cual proviene y que es el selbst. Ahí se singulariza y cumple su misión en la vida que le ha tocado. Elige su propio camino sobre todos los demás ya que así lo ha vivenciado.


Pero para esto habrá tenido que hacer un sacrificio del yo para asumir concientemente aquello que no es él y que lo cuestiona. Por ello lo difícil de la individuación, ya que en cada situación crítica se constela la muerte, pero también lo que renueva y renace con todo el monto de angustia que supone dejar las máscaras defensivas que brindaban un sentido de seguridad con el mundo. Justamente la desidentificación con aquellas permite que comiencen a vivenciarse otras fuerzas e imágenes psicológicas que irán señalando nuevas vías para el transcurrir vital. El pensamiento chino lo denomina Tao, senda, sentido que deberá dejarse que fluya en una dinámica de opuestos, ocasionando el surgimiento de todas las posibilidades del ser.

jueves, 7 de enero de 2010

La psíque y su actividad autónoma.


Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granda un segundo antes del despertar. Salvador Dalí. (1944). Oleo sobre tabla, 51 x 41 cts. Madrid. Museo Thyssen-Bornemisza.


Es interesante ver como la pintura que aparece arriba, muestra a lo psíquico como un universo autónomo y con su modo de funcionamiento peculiar. Allí se observa la acción de un estímulo auditivo, el vuelo de una abeja sobre una granada y que desencadena toda una serie de imágenes que conforman un relato. Esto es característico del psiquismo en donde un principio de actividad propia maneja y opera los estímulos del mundo exterior, los modifica y les da una significación determinada. C.G. Jung le otorga el concepto de espíritu a esta condición y que, además, es primordialmente inconciente.
Así hay un espacio, en este caso psicológico, con su modo de funcionamiento peculiar y distinto del que hace a la realidad exterior en que lo conciente, lo voluntario y lo racional aparecen como rectores. Allí la imaginación es el lugar del transcurrir energético-vital, la libido, que crea su propio dinamismo autorregulador y se expresa por medio de imágenes. Estas no son inertes ya que están cargadas de un sentido potencial y existencial que la actividad conciente dará la oportunidad de integrarlas y asimilarlas para su cotidiano vivir. Ahí actúa un ámbito intermedio entre lo sensible y lo abstracto, lugar de la imaginación, y donde una realidad específica y simbólica se revela como epifanía. Los sueños, las visiones, el arte, son su campo de manifestación. William Blake entendía a la imaginación como la facultad suprema del hombre y que permitía la unificación de lo pulsional y lo ligado a la ética, el deseo y la realidad exterior. Asimismo, era el medio para que se espiritualizara lo vinculado a las pulsiones.
Ahora bien, la psicología analítica entiende que el principal factor para penetrar en ese lugar intermediario es lo que se denomina el anima. Este arquetipo es el que actúa como puente y órgano de visión, ensoñación, arte, es decir todo lo que hace a lo simbólico. El ámbito de lo diurno, de lo conciente y que por el anima es conducido a lo nocturno, lo ambiguo, y en especial, a lo que se expresa por medio de las imágenes.
La obra que presentamos de Dalí se refiere a un sueño en que el vuelo de una abeja sobre una granada desencadena una variedad de imágenes fantásticas que se transforman entre sí. Ahí opera la imaginación y que por su intermedio se da un transcurrir y fluir energético y en donde surgen contenidos numinosos y significativos. Si bien en lo que hace a lo onírico propiamente dicho y a la actividad artística hay diferencias, ya que en lo primero la conciencia no opera mientras que en el segundo hay una acción conciente muy intensa que remite a la técnica, su materia primordial y originaria parten de la misma fuente arquetípica.
Debemos mencionar que la mujer de la pintura, que en principio está dormida y soñando, también es posible interpretarla como esa figura del anima que hicimos mención antes y que es la que transmite, ve, sueña, los contenidos inconcientes y arquetípicos. Es decir, ya no es alguien que duerme sino quien imagina, en este caso para el pintor. Y así aparecen la figuras de la granada, el fuego, los tigres, etc.. El artista extrae de ellas todo lo que contiene de valor y sentido y les da una forma plástica. A su vez, del cuerpo de la mujer, que se halla suspendido en el aire sobre una roca, acentuándose lo psíquico, indica a un ámbito diferente de lo conciente y cotidiano, y que a partir de ello surge la inspiración.
Más allá de interpretaciones puntuales de la pintura, lo que hace necesario resaltar es la autonomía de todo un espacio que dispone a su propio arreglo los estímulos exteriores pero también la existencia de imágenes que están cargadas, como la granada del cuadro, de significación y que hacen a otra realidad diferente de la cotidiana exterior. Así si el hombre puede confrontarse concientemente con ella le da la posibilidad de encontrar un camino propicio para un transcurrir vital y de sentido. Allí la expresión es simbólica y numinosa y lo que requiere es una especial disposición para vivenciarlos y comprenderlos.
El arte busca ese espacio, se sumerge ahí, en lo inconciente, y elabora por medio de la maestría de la técnica lo que percibe o intuye. Es decir, es un mundo en el que lo inconciente es predominante y que adecuadamente Erich Neumann denomina como de conciencia matriarcal. Esta hace a una actitud de tipo contemplativa y receptiva de procesos semi-concientes y que poseen intensa participación emocional. Es semejante a la incubación en donde el hombre se va dejando penetrar por lo que va surgiendo pasivamente y sin manipularlo e intentar arribar lógicamente a ellos. Es el lugar del sentido y no el de los hechos y que justamente esa era la manera que utilizaba Dalí en su trabajo pictórico.
Así en la pintura, una abeja ronda una granada junto a una mujer y siendo todas ellos símbolos femeninos. El fruto semejante a un óvulo y llena de semillas produce el fuego, el pez y los tigres. Es decir, que a través de la mujer se generan todos esas imágenes de fantasía extraordinarias. El artista deja que fluyan, las observa y las intensifica con su participación emocional. De tal modo se vivencia un universo arquetípico por medio de los símbolos que produce lo inconciente y la oportunidad de tomar contacto comprensivo y emocional con ellos y establecer un vínculo con lo que la conciencia ha dejado de lado en su evolución. Cuando no se los toma verdaderamente en cuenta de igual manera hacen acto de presencia a través de síntomas y diversos trastornos psicopatológicos. Asimismo también se busca ese mundo afuera, en la proyección, y en especial en la mujer como símbolo del anima.
Por ello es de especial importancia saber que junto a todo un ámbito exterior hay otro interior y que ambos tienen sus propias leyes diferenciales y que es necesario no confundirlos.
En la obra de Dalí se ven dos tigres y una escopeta que parecen apuntar a la mujer que duerme. Pensamos que hay fuerzas masculinas que pueden devorar o dañar a la figura del anima por lo que sería más saludable una mutua cooperación sin perder cada uno de ellos sus cualidades peculiares. Así es que señala hacia un momento en que la conciencia racionalista no toma en cuenta toda una serie de valores más ligados a lo femenino, a lo que fluye y sensible, a lo intuitivo y en donde el poder y lo manipulativo quedan en un segundo plano.

martes, 5 de enero de 2010

La sincronicidad como concepto límite entre lo físico y lo psicológico.

Si las puertas de la percepción fueran limpiadas, todo aparecería ante el hombre tal como es, infinito.

William Blake.


Las diversas concepciones filosóficas, científicas y religiosas, durante muchos siglos han establecido una dicotomía entre psique y cuerpo, entre el hombre y la naturaleza, entre el espíritu y la materia. Estos postulados ideológicos y sus respectivas maneras de aprehensión comienzan a ser cuestionados por el desarrollo de distintas disciplinas, tales como la física y que durante el siglo XX hace progresos fabulosos, pero también por el psicoanálisis, la antropología, el arte y que en algunas de ellas comienzan a establecerse puntos de contacto por temáticas comunes. Hechos que no pueden ser explicados por marcos de referencia tradicionales, han llamado la atención desde diferentes ámbitos de lo cotidiano. Y hacemos incapié en una nueva forma de entender la realidad denominada parapsicología y que hace expresión de esta actitud.



Pero antes de remitirnos
directamente a aquella, hay que señalar un suceso fundamental para su comprensión, y es el estudio de lo inconciente que de manera sistemática y científica comienza con Freud a fines del siglo XIX. Sus trabajos mostraron que junto a la conciencia y con su modo de funcionamiento que hace a la lógica formal principalmente, existe otro modo que es el de lo inconciente con sus peculiaridades distintas de aquella. Por ejemplo, la no existencia del principio de contradicción, la no causalidad en sus manifestaciones, la no temporalidad y la falta de consideración por las categorías espaciales, como la existencia en un mismo lugar de diversos objetos. Así se pone de manifiesto la presencia de todo un universo que opera de manera diferente a la que hace al yo conciente. Justamente esto determinaría un cambio en la manera de concebir al hombre y al universo.



Ahora bien,
también por esos años, la física a través de Einstein, Plank, Heinsenberg, Bohr, entre algunos sabios, establecen innovaciones revolucionarias en esa disciplina y que la modifican de manera radical. Ideas tales como las de la relatividad del tiempo y el espacio, el cuestionamiento de la noción de causalidad que desarrolla la microfísica y que denomina principio de incertidumbre, lleva a que campos que en principio se los consideraba como irreconciliablemente disociados, tales como lo psicológico y lo físico y que comienzan a establecer relación, interesándose por fenómenos que empiezan a pecibirse en cada uno de ellos.



Así los hechos a los que se les ha dado el nombre de
parapsicológicos parecen establecer que los mundos que antes eran estudiados de manera separada comiencen a unirse. Fenómenos como la telepatía, la clarividencia, la precognición, rompen con los esquemas aperceptivos cotidianos y señalan a factores que son inconcientes y que pareciera que actúan relativizando el tiempo y el espacio y donde la causalidad quiere dejar de ejercer su influjo. Situaciones que se conocen antes de que ocurran, entendimiento entre personas sin contacto directo y físico, percibir lo que está ocurriendo a distancias lejanas e imposibles para los sentidos, son algunos de los hechos que nos muestran todo un aspecto que no es frecuente en la vida cotidiana y que se expresan de forma semejante a la manera en que lo hacen lo inconciente y el mundo que estudia la microfísica. Y aquí es donde se estima que pudiera darse una conjunción entre sucesos físicos y psicológicos en donde ambos parecen interpenetrarse y en que cada uno de ellos pudiera tener propiedades del otro.



A partir de la década de 1930 el psicólogo
Rhine, de la universidad de Duke, establece experimentalmente la existencia de un factor que denomina ESP o extra sensorial perception y que le asigna cualidades de inconciente, de espontaneidad y donde opera relativizando las categorías de tiempo y espacio y la de causalidad, atribuyendola especialmente a la telepatía y a la clarividencia.


Pero quizá, quien hace su aporte más explicativo sea C.G.
Jung, que desarrolla el concepto de sincronicidad para dar cuenta de esos fenómenos. Así es que la define como una coincidencia y simultaneidad de un fenómeno psicológico con otro físico y sin que esta relación esté causalmente determinada. Por ejemplo, un sueño que percibiera circunstancias que ocurren en otro lugar, estaría vinculando las imágenes psicológicas que en aquel aparecen con una serie de acontecimientos que le ocurren a alguien en su vida cotidiana. Allí se da una dificultad para comprender cómo circunstancias tan disímiles y aparentemente desconectadas, pueden mantener una correspondencia. Jung considera que esos factores y que son el fundamento del inconciente colectivo, los arquetipos, actúan como un campo de fuerzas que activado, ordena los sucesos físicos con los psicológicos. Un arquetipo se constela y que, en ciertas condiciones en que el nivel de la conciencia disminuye, por ejemplo, por afectos intensos o sueños, posibilita la reunificación de ámbitos que funcionan separados.



Asimismo, el arquetipo tiene una cualidad que
Jung llama psicoide y significando una propiedad no totalmente psiquica y no totalmente física. Es decir, se activa un centro energético con sus respectivas representaciones, que irrumpe en un momento determinado y que pareciera que lo psicológico y lo físico no estuvieran separados. Esto nos llevaría a pensar que hubiera un mundo potencial donde estuvieran dadas las condiciones para el surgimiento de los fenómenos empíricos. Este no sería muy diferente del que descubre la física cuántica para explicar los sucesos microfísicos y en que solo existe probabilidad y no determinismo legal, tal como se da en la sincronicidad, ya que aparece en momentos inesperados, de manera autónoma y sin control de la voluntad conciente. También aquella formula que un hecho como la luz es un corpúsculo pero también una onda, es decir dos cosas diferentes que coexisten y que coincide con lo que antes afirmábamos acerca de los estrechos vínculos entre psique y materia, y que quizá sean dos aspectos de la misma realidad.



Así es que todos estos hechos permiten ensanchar la concepción que hace a la
personalidad humana y que conlleva la apertura a algo trascendental. Los antiguos lo denominaban microcosmos y que postulaba su identidad con el macrocosmos. Por ello, la sospecha de la simultaneidad de lo físico y lo psicológico abre una ventana a lo cósmico. Lo que se denomina sí-mismo y tal como lo expresan los mandalas que hacen a una totalidad, se compone de lo animado e inanimado, lo material y lo espiritual, del bien y del mal, en un conjunto que abarca los más diversos opuestos de manera paradójica y como lo hace la sincronicidad. Este centro es el que reunifica lo que en apariencia está separado para integrar al hombre en lo universal y, por qué no, a lo divino. Así es que Jung llega a comparar el sí-mismo con el concepto de discontinuidad de Louis de Broglie entendiendo este como aquellos elementos indivisibles del universo microfísico y en que operan fuera del espectro espacio-tiempo. Aquí es donde creemos que la sincronicidad se muestra como aquello que puede mostrar la equivalencia, sino la identidad de lo físico y lo psíquico.