lunes, 4 de julio de 2011

El descubrimiento de la subjetividad a través de la función simbólica.


Remedios Varo: Despedida.



Es posible intentar un acercamiento a los orígenes de la cultura en los cultos a los muertos. Presencias que implican a los cuerpos que ya no están y así posibilitando una distancia y una ruptura con la inmediatez, cualidades características de lo simbólico. La cosa deja lugar al símbolo y por ello el hombre adquiere la dimensión de lo humano.
Pero esta cualidad de simbolización se presenta como la ocasión y posibilidad de un desarrollo, de hallar una singularidad y una subjetividad. Se dan a ver y oír en los mitos, el arte y las obras culturales de un período espacio-temporal, pero también en las producciones de lo inconciente, pudiendo establecerse una transacción dialógica entre ellas.
Los hombres se aproximan unos a otros entablando interrelaciones creativas en tanto sea posible una simbolización del vínculo y a través de la palabra como intermediación. De aquí es que su pérdida conlleva el peligro de la desubjetivización de sí mismo y la cosificación del otro pasando a ser pantalla proyectiva de mi mundo interior.
Así es que Lacan considera que la ley, en tanto instituida y cuyo soporte hace a lo paterno de su nombre, abre un acceso al ámbito de lo universal, rompiendo la alienación que caracteriza a la especularidad de lo dual. Por su parte, Jung desarrolla otras aristas del símbolo y sin dejar de lado lo anterior, pero señalando que aquel es el gran dinamismo del psiquismo y que posibilita la confrontación entre un yo ligado a lo particular con un universo abierto a la significación y al sentido, constituyéndose como factores de psicologización de lo humano.
Así estos son expresiones de matrices, de cuencas de lo arquetípico y que se conforman como el fundamento del sujeto y que hallan sus manifestaciones en los sueños, las fantasías, mitos, en los monumentos de la cultura. Distanciamiento de lo inmediato donde lo diverso y antagónico pueden llegar a una conjunción.
Relativización del yo que con sus ficciones de certezas muestran un desconocimiento y al que se pone en cuestión por la emergencia de lo simbólico, en tanto se entable una discusión dialéctica. Fractura del narcisismo que da la ocasión para abrirse a lo que surge de lo inconciente arquetípico.
Ya no son las cosas las que dirigen y condicionan a los sujetos sino que se establece un diálogo a través del sentido que aporta la mirada simbólica. Por ello es que la desacralización y la pérdida de las referencias significativas en la culturas actuales, lleva a que los hombres se encierren en reductos defensivos sin la posibilidad de extenderse más allá de sí, característica esta constitutiva de la simbolización.
Por ello es que el símbolo no se postula desde la precisión sino desde lo ambiguo rompiendo con la literalidad, abriéndose a lo polisémico. La metáfora, el juego de la alusión, la inversión, se proponen como la manera de ir construyendo alma, al decir de James Hillman, de transformar lo inmediato en psique. Apertura a la interioridad y subjetividad, manera propia y singular de ser y hacer. Extrañamiento que saca de sí para darle una forma a aquello que voca en nosotros.
Hallazgo de un espacio simbólico donde se reencuentra con otros hombres en una experiencia de sentidos y cuestionando una cosificación que la alienación social inmoviliza en un conjunto de ficciones narcisistas.
Soledad acompañada en una historia que remite a los ancestros, que me interroga para establecer una acogida con eso que se me impone y desconozco. Apertura de preguntas a los discursos omnipotentes del saber de lo tecnológico y lo científico y que desconocen la subjetividad de lo que es propio para cada cual. "Sé el que eres" decía Píndaro pero solo a través de esas formas cargadas de significaciones y de aperturas hacia lo nuevo y a descubrir que es el símbolo.
Hallazgo de la palabra propia, pero solo a partir de una interpelación de lo subjetivo. Experiencia que hace a una salida de lo endogámico que ocluye o mejor dicho, que direcciona a cada uno lejos de su sí mismo en un ámbito de mandatos parentales.
Vivenciación de lo peculiar a través de las expresiones simbólicas, que son la oportunidad para una transformación de muerte y renacer. Escucha de voces diversas que cuestionan mi identidad; fluencia hacia un universo que es propio pero también compartido. Los acontecimientos se expanden en sentidos, cuyo núcleo expresa la paradoja de lo arquetípico y en donde lo antagónico halla una mediación.
Ruptura de la circularidad de lo mismo, de la repetición incestuosa y en donde uno se pierde pero también se reencuentra a través de la muerte de la cosa. Resurgimiento del sujeto en donde se da forma a eso desconocido pero que hace a lo más íntimo y peculiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario