miércoles, 21 de octubre de 2009

Una fenomenología del "descenso a los infiernos".










Haz que tu ser descienda, baja pateando el suelo y vuelve a subir del mismo modo. (Fausto patea el suelo y se hunde), ¡Si la llave le diera un chasco! ¡Curioso estoy por si vuelve!.


Goethe, Fausto.

















El hombre atraviesa por circunstancias durante su vida que abren o cierran un ciclo vital. Karl Jaspers las llamaba situaciones límite, donde no hay solución posible. La pérdida de las referencias que nos permiten orientarnos y dar una respuesta adecuada ya no sirven y es cuando en esos momentos la oportunidad de que fuerzas arquetípicas, que forman ese fondo más auténtico del hombre hagan su aparición. Corresponden a ese núcleo de significación que otorga un auténtico sentido a la vida humana y especialmente en tiempos de crisis.




Pero aquello que la psique aporta en esas circunstancias y con características sanadoras, es la facultad de producir símbolos y siendo éstos la mejor representación posible de aquello psíquico desconocido. Allí entran aspectos concientes e inconcientes, son centros vitales y portadores de significación, que intiman, incitan y compelen a confrontarse concientemente con ellos. Su meditación lleva a elaborar perspectivas vitales, puntos de vista y tendencias cognoscitivas y afectivas, intuitivas y sensoriales ante los diversos requerimientos de la vida. Lo posible hace acto de presencia a través de una forma donde el hombre no los inventa sino que los encuentra en una apertura a lo inconciente. La estrechez del yo con su carga de pensamientos, recuerdos, afectos, establece una relación dialéctica con un extenso e infinito campo que hace a un centro superior al yo y que se denomina sí-mismo. Ya Ernst Cassirer entendía al hombre como un animal simbólico donde de lo limitado se pasa a lo inagotable del símbolo.






Ahora bien, estos se hacen presentes a través de los sueños, las fantasías, visiones y de todas aquellas producciones de lo inconciente que rompen la continuidad del yo. Entendemos que el arte es una de sus expresiones privilegiadas ya que allí se da cuerpo y figura a todo aquello que en principio es informe y por ello angustiante y de temer. Así es que presentaremos algunas fotografías que refieren a un descenso a los infiernos, motivo que ha sido universal a las culturas de todos los tiempos. Su permanencia e importancia señala que cumple una función muy significativa en la economía psíquica, en su crecimiento y desarrollo y especialmente en lo que hace al enfrentamiento de situaciones difíciles. Podemos decir que aparece dando un sentido y simbolización a hechos que conllevan vivencias de crisis, de sufrimiento y, asimismo, de cambio y transformación, ya que allí en esas profundidades también es posible reecontrarse con aquellas imágenes arquetípicas que enmarquen en algo significativo a ese sufrir. Desde lo oscuro nace la luz y se gesta lo nuevo, pero para ello es necesario exponerse voluntariamente y arrostrar los peligros que ese descenso conlleva. Lugar de miedo, de soledad, de enfermedad, pero solo aquel que lo transita puede alcanzar aquel tesoro que hace a una de las metas más importantes de la vida. En la medida en que el héroe enfrente su propio infierno de situaciones pasadas y de posibilidades futuras, de culpas y de terrores, de angustias y exaltaciones, solo de allí puede emerger y constelarse y, principalmente en el varón, un nuevo arquetipo, que si bien proviene de lo materno, es cualitativamente diferente de este ya que entraña una superación y que se denomina anima. Es aquello que pone en contacto con lo irracional, con lo dejado a un lado por la razón instrumental, lo mántico, lo orgiástico, lo religioso y místico femenino que inspira desde la constitución de un mundo interno. El héroe adquiere en esa lucha su auténtica masculinidad que se halla en ese fondo abismal y en que rescata a su compañera eterna posibilitando que la existencia se convierta en vitalmente interesante. Así el descenso a los infiernos se muestra como una dinámica que opera en la psique de todos los hombres y nuestro propósito será el de acercarnos un poco desde nuestra particular vivencia personal.











Per me si va nella cittá dolente


per me si va nell´eterno dolore

per me si va tra la perduta senda.


(Dante, Inferno 3,1)




Más dime, ¿cómo y por qué raro efecto


has descenido hasta este bajo centro


del amplio sitio para tí dilecto?.


(Infierno 2, 81).





The great mother is the terrible goddess of the earth and of death is herself the earth, in wich things rots. The earth goddess is de devourer of the death bodies of mankind and the mistress and lady of the tumb... she es mistress of the vessel and at the same time the great underwold vessel, into wich the death souls enter and out wich they fly up again.


(Erich Neumann, The great mother).













The laberynthine way is always the first part of the nigth sea voyage, the descend of the male following the sun into the devouring underwold, into the deathly womb of the terrible mother.






(Erich Neumann, The great mother).









Sin embargo solo atraveasando esos límites , provocand0 el otro aspecto de la misma fuerza, o sea el destructor, para el individuo ya sea vivo o muerto, a una nueva zona de experiencia... La aventura es siempre y en todas partes un pasar más allá del velo de lo conocido a lo desconocido; las fuerzas que cuidan la frontera son peligrosas; tratar con ellas es arriegado, pero el peligro desaparece para aquel que es capaz y valeroso.




(Joseph Cambell, El héroe de las mil caras).













El héroe cuya liga con el yo ya está aniquilada cruza de un lado y del otro los horizontes del mundo, pasa por delante del dragón tan libremente como rey por todas las habitaciones de su casa.


(Joseph Campell, El héroe de las mil caras).
















Entramos al camino tenebroso


para volver a ver el claro mundo,


y, sin cuidarnos de ningún reposo,


salimos, el primero y yo segundo,
hasta del cielo ver las cosas bellas;

por un resquicio de perfil rotundo,

a contemplar de nuevo las estrellas.

Inferno, 34, 135/9.











Todo lo efimero


símbolo es solo;


es aquí un hecho


lo inasequible;


lo eterno femenino siempre arriba,


con potente acicate nos aguijonea.

Fausto.




Alegremente recibimos a este que viene cual crisálida; también nosotros podemos lograr la angélica gracia. Desparramad esos copos que le envuelven y coartan. Ya reluce hermoso y grande, lleno de vida sagrada.


Fausto.

































































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