Proceso de individuación, idea rectora en el pensamiento de C.G. Jung, que caracteriza al encuentro de la conciencia con la psique objetiva o inconciente arquetípico, donde lo trans-espacial y trans-temporal pueden hallar expresión y actualizarse en el tiempo y el espacio a través del diálogo y la confrontación. Pero esta experiencia se desarrolla no solo en la psicología analítica, sino que encuentra sus bases en pensadores iniciales que han tratado de manera similar la misma situación. Así Platón en el siglo IV a.C. enuncia toda una terminología que perdurará hasta la actualidad, donde palabras como reminiscencia o anámnesis, recuerdo, concepciones como que la naturaleza está toda emparentada consigo misma, inmortalidad y un transcurrir dialéctico para arribar a la verdad, serán incorporadas a diversos procedimientos del pensar e investigar.
Así Platón en "Menón", diálogo puente entre sus obras de juventud filosófica y las de madurez, enuncia una serie de propuestas que tomaremos para establecer algunas relaciones con el pensamiento de Jung. Allí se invita a iniciar un camino que comienza con el no-saber, que incita hacia lo desconocido, que cuestiona las certezas y la comodidad de lo establecido. Impulso dirigido a lo mejor, que como trayecto erótico empuja a buscar lo que falta y solo sabiéndose carente.
Suspensión de lo se cree saber en una puesta entre paréntesis y que conduce a lo abierto de la problematización, siendo que solo desde aquí puede comenzar la indagación filosófica, postura que instituye Sócrates.
Pero aquella no solo se da en los interrogados que llegan al desconcierto, como Menon y su esclavo, sino que también Sócrates arriba, como "maestro", a la misma circunstancia de ignorancia (Platón, 1983). Y ello se hace a fin de no proporcionar una información ya hecha por quien cree saber, que influye y dogmatiza, sino para ayudar a "parir" un saber interno que cada uno ya posee y que es necesario actualizar a través de la mayéutica. "El dios me prohibe parir" dice Sócrates (Platón 1988), ya que debe quedar al margen de lo que cada uno de ellos lleva en sí mismo.
Es decir, que desde la conciencia de la ignorancia Sócrates lleva a Menon y a su esclavo a descubrir lo propio, de algo oculto interior que aún resta por hacerse, un significado aún no expresado.
Así es que en otro de sus diálogos, "Teeteto", propone que su labor es como la de una partera, que según dice, aprendió de su madre y que a través de preguntas y respuestas, el interrogado "dará a luz" una verdad como algo que ya lo habitaba, como si estuviera preñado de ella y que ahora se actualiza. Sócrates le da el nombre de mayéutica a su método y que se hace creatividad o póiesis.
Pero ¿qué es eso que se "pare", que se gesta? Platón, que en "Menón" aún no desarrolla la teoría de las ideas, dice que el alma siendo inmortal y habiendo nacido y reencarnado muchas veces ha visto todo y adquirió un conocimiento universal en un cosmos interrelacionado como una trama, aunque ese saber se olvidó al entrar en un cuerpo mortal. La filosofía por medio de la dialéctica, permitirá recobrar ese saber, recordándolo por medio de la anámnesis. No se lo aprende sino que se lo recupera como reminiscencia ya que se lo poseía, aunque en estado inconciente y que transcurrirá en un proceso largo y difícil. Eso que es un a-priori que rebasa a las cosas, se presenta como meta y motor de la existencia, es por sí mismo, trascendente y eterno, que más tarde Platón lo llamará Idea o Forma dadora de sentido a todo(Eggers Lan,2008:94). Ellas son el paradigma de los entes y fenómenos. (Agoglia, 1967).
Esta concepción del griego rebasa ampliamente el ámbito filosófico y también puede extenderse a la psicología analítica que postula todo un universo psicológico que no ha sido adquirido a través de la experiencia personal sino que es preexistente y al que se lo denomina psique objetiva o inconciente colectivo. Sus componentes son los arquetipos, que son matrices a-priori para la formación de símbolos, cuencos de sentido que como disposiciones comunes a toda la humanidad se expresan en temas o motivos similares en culturas o tiempos diferentes, moldes de configración de imágenes. Poseen un contenido numinoso, afectivo, pero también luminoso que aparece como imagen o representación. Son indeterminados y su manifestación solo es posible conocerla a través de sus símbolos.
Ellos son plurívocos, expresiones de lo inconciente, de lo que ya estaba, cargados de sentido, grávidos de significación, que se abren a lo todavía-no, hacia cosmos futuros. Son gérmenes que señalan a algo que es necesario liberar y que desequilibran de un estado actual de homeostasis y de incercia al yo. (Trevi, 1996). Pueden pensarse como la recuperación de ese saber que se poseía pero que era inconciente, recuerdo que se manifiesta como formaciones de lo inconciente. Símbolos que están preñados en tanto llevan en su seno infinitas posibilidades de sentido, que se actualizarán en un proceso dialéctico que Jung llama individuación.
Estos permiten establecer algún tipo de relación con las Ideas de Platón, ya que en "el ámbito de la vivencia a venir, pues, ese inconciente colectivo a sustituir el reino platónico de las ideas eternas, que constituían el modelo, de acuerdo con el cual las cosas recibirán su forma... Arquetipos que condicionan de manera apriorística todo el esfuerzo para dar forma a las cosas." (Jung, 1998:83).
Es decir, que hay un camino que conduce a acercarse a un ámbito distinto del cotidiano, que abre a un diálogo con los símbolos que van surgiendo en su devenir, y que se convierten en proyectos de existencia hacia posibles sentidos. Ellos remiten a algo desconocido, que aluden a un todo inalcanzable.
Esas imágenes interiores comienzan a ser asimiladas, elaboradas e integradas en un proceso que se inicia con su recolección a través de la reminiscencia, con un darles forma a aquello que emerge desde el origen.
Acercamiento a lo transpersonal, a lo arquetípico universal que hace a lo humano, donde la psique posee un sustrato general que trasciende todas las diferencias de cultura... (Jung, 1981:28). Ese basamento que es común a toda la humanidad es la psique inconciente con disposiciones latentes hacia la reiteración de temas, motivos o mitologemas semejantes en culturas y tiempos diversos. Esas imágenes arquetípicas instigan, motivan, otorgan sentido y dirección a la vida. Ellas podrían también pensarse en referencia con lo que Platón denomina como el mundo divino y que en obras posteriores desarrollará como la teoría de las Ideas, siendo que estas aparecen como la formulación filosófica del panteón de los dioses olímpicos como fuerzas cósmicas y actividades humanas. (Eggers Lan, 2008:93).
Por lo tanto, es posible establecer algún vínculo con los arquetipos del inconciente colectivo, como estructuras intemporales dinámicas y representacionales que gestan acciones y símbolos cargados de sentido en todos los humanos. Así es que Jung utilizando una serie metáforas de la alquimia los señala como "luminosidades múltiples", "chispas", "chispas del alma universal", "semillas de luz diseminadas en el caos", "chispas ígneas del alma del mundo como puras "formae rerum essentiales". "Éstas formae corresponden a las ideas platónicas y, entonces, si se acepta que las imágenes eternas de Platón, que están en un "lugar suprasensible", son una explicación filosófica de los arquetipos psicológicos, resulta una equiparación de las scintillae con los arquetipos". (Jung, 2014:167). "Luminosidades embrionarias" que brillan en la oscuridad de lo inconciente. Es decir, que la psique sería semejante a "un cielo nocturno sembrado de estrellas", "firmamento interior" donde el humano debe sacar la "luz" que hay en ellas. (Ib.) y que como arquetipos se constituyen como un a-priori de la configuración de imágenes y de su significado. Son centros numinosos que regulan la actividad creadora de la fantasía y que Jung los entiende como un pre-saber que escapa al ser y perecer individuales (Jung, 1957).
Así estas se recolectarán por la reminiscencia y que luego se harán símbolos a través de un largo y dificultoso proceso de indagación y diálogo. Ahí surge un sentido que puede constituirse como proyecto y en el que se recupera lo olvidado, lo latente, en una experiencia de búsqueda. El símbolo se expresa como la posibilidad de aproximarse a través de la vivencia de sus infinitas facetas a eso incognoscible, que Jung llama arquetipo.
Así es que todo este proceso aparece como un "parir" lo que ya se poseía pero que no se recordaba, que surge desde el interior, aunque no del yo, a través del diálogo filosófico o analítico y que se muestra inicialmente, como lo considera Platón, como "opinión verdadera", semejante a un sueño, azarosa, inspirada, inestable, no asida, "dadas por el hálito del dios" (Platón, 1983:336). Por su parte, Lacan entiende que ella es el objeto del trabajo psicoanalítico, ya que es anterior a la constitución del saber, en estado naciente, a nivel de la orthodoxa. (Lacan, 1986:36). Y por ello es que "la meta y paradoja del Menón es mostrarnos que la episteme, el saber ligado por una coherencia formal, no abarca todo el campo de la experiencia humana, y en particular que no hay una episteme de aquello que realiza la perfección, la areté de esa experiencia". (Ib.,:31). La verdad no estaría en ese saber generalizable y siempre verdadero. (Ib.:38), sino en esas "opiniones que acaban de despertarse ahora, en él, y que son como un sueño". (Platón, 1982:311).
Desde otra perspectiva, también Jung postula que lo que va apareciendo, y que es previo al saber, es el objeto del acto analítico, "el conciente es víctima una y otra vez del error que surge de sí mismo; sin embargo, el conocimiento científico sabe que toda conciencia se basa en condiciones previas inconcientes; por lo tanto en una especie de prima materia desconocida a la que los alquimistas atribuían todo lo que se pudiera atribuir poco más o menos al inconciente". (Jung, 1977:374).
Esas opiniones verdaderas, que son "despertadas" como "inspiración divina" pueden considerarse "procesos vitales que desde los tiempos más remotos, debido a su carácter de numen, han sido el motivo más importante para la formación de símbolos. Y estos procesos son misteriosos, en cuanto que presentan al entendimiento humano enigmas para cuya solución tendrá que esforzarse mucho tiempo y en vano. Concretamente es muy dudoso que el entendimiento sea, al fin y al cabo, el instrumento apropiado para ello, teniendo la sensación acertada de que se trata de procesos que solo se comprenden realmente en la experiencia vivida, pero que intelectualmente solo pueden ser definidos. Los alquimistas decían: "Romped los libros para que no se rompan vuestros corazones". Posiblemente sea la experiencia vivida la que conduzca a la cercanía de la comprensión." (Ib.:411).
Esta extensa cita presenta diferencias con Platón, ya que este considera que el conocimiento, la ciencia o episteme, el saber formalizado, debe llegar a ser la meta de la anámnesis, por un trabajo intelectual que establezca las causas por medio de sus interrelaciones y conexiones para constituirse en permanente, ligando a la opinión verdadera en formalizaciones lógicas.
La psicología analítica postula, en cambio, al símbolo como lenguaje del inconciente, como mensaje de ausencia y distancia, material, como la mejor expresión de algo desconocido y solo presentido, que auna los más variados opuestos, lo inconciliable, y que escapa a la unidad abstracta del concepto, del dominio de los códigos y de la sofocación ideológica. (Trevi, 1996). Une lo sensible y lo inteligible, destapando universos.
El proceso de individuación como apertura a lo arquetípico, ventana abierta a la eternidad (Jung, 1998), que encuentra a aquello de lo originario en la experiencia única de lo que va aconteciendo y que se proyecta hacia el futuro, a la que se le dará una forma para ser asimilada e integrada en la conciencia, aunque siempre en devenir, nunca fijada. Salida del yo como históricamente determinado, y como lugar del desconocimiento hacia un ver lo que adviene.
Para concluir, Platón y Jung postulan un trayecto que comienza desde el no-saber, que es un largo proceso de indagación y confrontación con esos recuerdos-símbolos que son patrimonio de lo humano, que se los despierta y se los "gesta", y que se constituyen para dar sentido a la vida en un proyecto de apertura a lo indeterminado. Emergencia de un ámbito preñado que enlaza lo individual con lo universal. Asimismo Platón consideraba como de importancia fundamental que ese Absoluto Viviente señalaba hacia la inmortalidad del alma, y Jung también, aunque desde otras premisas, ya que entendía que la intemporalidad de lo inconciente daba un sentimiento de eternidad en las manifestaciones espontáneas del sí-mismo, es decir de aquello que acontece en un no-yo psíquico. (Jung, 1961:157). Desde allí surgen las imágenes y símbolos transpersonales que dan una expansión más allá de la limitación témporo-espacial del yo.
Por último es necesario distinguir y diferenciar a los arquetipos de las Ideas, ya que aquellos no son opuestos a la materia, como en Platón, ya que engloban todos los aspectos de la existencia, lo conciente y lo inconciente. (Jung, 2014). No tienden hacia la perfección sino hacia su despliegue en infinitos posibles. Tampoco serían sustanciales sino procesos dinámicos que emergen en forma de imágenes.
Así es que la psicología analítica propone al proceso de individuación como un llegar a ser quien se es, en diálogo con los símbolos universales que son el "tesoro" de la humanidad y que pensar o aprender es recordar: "La relación con el arquetipo es conmovedora, eficaz, que desata en nosotros una voz más fuerte que la nuestra propia. Quien hable por imágenes primigenias habla por mil bocas, conmueve y sojuzga y al mismo tiempo, transfiere su relato de lo fugaz y pasajero a la esfera inmortal." (Jung, 1935:63).
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